martes, 22 de agosto de 2017

El señor de las moscas (William Golding, 1972)






·       Sabían muy bien por qué no lo había hecho: hubiese sido tremendo ver descender la navaja y ver cortar la carne viva, hubiese sido insoportable la visión de la sangre…
·       Y en cuanto a la fiera, cuando matemos algo le dejaremos un trozo a ella. Así a lo mejor no nos molesta
·       Dartmoor era un lugar solitario, con potros salvajes... Pero el atractivo de lo salvaje se había disipado.
·       A su espalda surgió un gran ruido. Obedeciendo a un instinto hasta entonces ignorado por él, giró bruscamente hacia el descampado y las lanzas se perdieron en el espacio sin alcanzarle.
·       Quizá sí hay una bestia… quiero decir, quizá la bestia somos nosotros…
·       La pareció ser Bill pero, pensó Ralph, realmente ya no era Bill.
·       El cráneo le contemplaba como alguien que conoce todas las respuestas pero se niega a revelarlas.
·       Roger ha afilado un palo por las dos puntas…
·       Y en medio de ellos, Ralph lloró por la pérdida de la inocencia, las tinieblas del corazón del hombre, y la caída al vacío de aquel verdadero y sabio amigo llamado Piggy.

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