sábado, 16 de octubre de 2021

Esto lo cambia todo (Naomi Klein, 2014)




  • La hazaña más difícil de todas las que he imaginado en mis libros es la de que nos decidimos a efectuar una transformación integral del capitalismo —Kim Stanley Robinson (escritor de ciencia ficción).
  •  Mi avión no despegó porque sus ruedas se hundieron diez centímetros en el suelo.
  • Es irónico que el consumo de combustibles fósiles está cambiando de manera tan radical el clima que incluso está obstaculizando nuestra capacidad para consumir más combustibles fósiles.
  • Existe una alta probabilidad de que nuestros hijos e hijas pasen gran parte de su vida huyendo y tratando de recuperarse de violentos temporales y de sequías extremas.
  • La esclavitud no fue una crisis para las élites británicas y norteamericanas hasta que el abolicionismo hizo que lo fuera.
  • Los seres humanos contemporáneos somos unos seres demasiado centrados en nosotros mismos, demasiado adictos a la gratificación como para renunciar a las más mínima libertad de satisfacer hasta nuestro último capricho.
  • No estamos deteniendo el cambio climático, le estamos arrojando gasolina encima.
  • No hemos hecho las cosas necesarias para reducir las emisiones porque todas esas cosas entran en un conflicto de base con el capitalismo desregulado.
  • Estamos atascados porque las acciones que nos ofrecerían las mejores posibilidades de eludir la catástrofe son sumamente amenazadoras para una élite minoritaria que domina la economía, nuestra política y nuestros medios de comunicación.
  • Nunca han dejado de triunfar los fundamentos ideológicos del neoliberalismo: privatización masiva de las antiguas economías soviéticas, la transformación de amplias regiones de Asia en zonas de libre comercio en expansión y el ajuste estructural de África.
  • Se blindaron una serie de políticas globales para otorgar la máxima libertad a grandes empresas multinacionales para producir sus bienes al menor coste y venderlos pagando el mínimo de impuestos posible.
  • Regular a las compañías de combustibles fósiles pasó a ser considera comunismo.
  • Nuestra economía está en guerra con múltiples formas de vida sobre la Tierra, incluida la humana.
  • El instituto Heartland compara al ecologismo moderno con prácticamente todos los episodios de crímenes en masa de la historia humana: desde la inquisición a la Alemania nazi, pasando por el estalinismo.
  • Consideran que el cambio climático es una estratagema para encadenar al capitalismo y con transformar el estilo de vida americano en aras de la redistribución de la riqueza mundial. 
  • El comunismo verde, lo llaman.
  • Existe un sector de la sociedad americana que ve en el ecologismo un "engaño" pergeñado por gente de izquierda para obligarlos a cambiar las bombillas de sus casas y sus negocios, para hacerlos vivir en lúgubres apartamentos de estilo soviético y para forzarlos a renunciar a sus todo terrenos.
  • Para esta gente la oposición al cambio climático se ha convertido en algo tan fundamental como la lucha por una presión fiscal muy baja, por el derecho a poseer armas o contra el derecho al aborto.
  • Muchos de estos think tank se crearon a finales de los años sesenta cuando las élites empresariales estadounidenses temían que la opinión pública estuviese virando en contra del capitalismo y a favor del keynesianismo.
  • Estas organizaciones recaudan en torno a unos 900 millones de dólares anuales para luchar contra el ecologismo. La mayor parte de esos millones son dinero negro.
  • Un individuo anónimo ha donado al Instituto Heartland unos 8,6 millones de dólares destinados específicamente a financiar think tanks contra el ecologismo
  • Todos nos sentimos inclinados a la negación cuando la verdad nos resulta demasiado costosa (emocional, intelectual o económicamente).
  • Se está creando una sociedad de poseedores y desposeídos, con unos Estados cada vez más disfuncionales.
  • Existe un proyecto de ley dirigido a declarar oficialmente que el cambio climático es bueno. Lo presentó Joe Read en el 2011: "El calentamiento global es beneficioso para el bienestar y para el clima económico de Montana. Si el clima se calentase tendríamos una temporada de cultivo más larga durante el año ¿Por qué íbamos a frenar semejante progreso?".
  • En 1966 solo un 44% de los universitarios estadounidenses declaraba que el "ganar mucho dinero" era una meta "muy importante" o "esencial"; en 2013 ese porcentaje era del 82%.
  • Cuánto más priorizan las personas valores y objetivos como el éxito profesional, el dinero, el poder, el estatus y la imagen, más tienden a albergar actitudes negativas hacia la ecología, menos probable es que practiquen conductas positivas para el medio ambiente y mayor es la probabilidad de que consuman recursos naturales de un modo insostenible.
  • Los tres pilares de la política neoliberal son: privatización del sector público, desregulación del sector empresarial privado y reducción de los impuestos sobre la renta y de sociedades.
  • Si los países ricos consumiesen menos, todo el mundo estaría más seguro.
  • Las partes firmantes de los acuerdos climáticos se aseguraron de que el comercio liberalizado y la economía global en expansión estuvieran protegidos frente a cualquier política climática restrictiva de lo comercial.
  • El hecho de que el clima en la Tierra cambie hasta extremos caóticos y desastrosos es más fácil de aceptar que la idea de transformar la lógica fundamental del capitalismo, fundado sobre el crecimiento y el ánimo de lucro.
  • Solo se trataría de que el 20% de la población más acomodada asuma las mayores reducciones en cuanto a consumo.
  • La transformación ecológica exige una regulación estricta de la actividad empresarial y comercial, impuestos más elevados para los más ricos, un fuerte gasto en el sector público y, en muchos casos, dar marcha atrás en privatizaciones de empresas y servicios fundamentales para dotar a las comunidades locales del poder del que precisan para realizar los cambios que deseen.
  • Ni el suministro energético ni las cuestiones medioambientales deben dejarse en manos de intereses empresariales privados con ánimo de lucro.
  • O seguros públicos o capitalismo del desastre sin control, esas son las opciones.
  • Las empresas más ricas del mundo lo son porque simple y llanamente han descargado el coste de limpiar lo que ensucian sobre los bolsillos y la salud de las personas normales y corrientes de todo el mundo. Eso hay que cambiarlo. Tienen que asumir sus responsabilidades.
  • Los hábitos de viaje de la clase más acomodada tienen un impacto sobre el clima un 250% mayor que los de sus conciudadanos de ingresos más bajos.
  • Con una inversión de 1300 millones de dólares (la cantidad que el gobierno canadiense se gasta en subvenciones a las compañías del petróleo y el gas), podrían crearse entre 17 000 y 20 000 puestos de trabajo en energías renovables, transportes públicos o eficiencia energética.
  • En UK, los votantes de todas las ideologías políticas (el 66% de la población) están unidos en el apoyo a la nacionalización de la energía y el ferrocarril.
  • El capitalismo nos ha acelerado, desarraigado y desmaterializado con la misma eficacia con la que ha acelerado, desarraigado y desmaterializado el capital financiero y nos ha dejado en cualquier parte y en ninguna al mismo tiempo.
  • Desde la elección de Lula da Silva, Brasil ha reducido su índice de pobreza extrema en un 65% en solo una década. Hugo Chávez recortó en más de la mitad el porcentaje de población que vivía en extrema pobreza, y el número de estudiantes universitarios se ha duplicado. Rafael Correa ha reducido su índice de pobreza un 32%.
  • La fundación Gates tenía en 2013 1200 millones de dólares invertidos en dos gigantes del petróleo, BP y ExxonMobil.
  • El ecologismo de Branson (Virgin) consiste en comprar dos islas caribeñas. Una la utiliza como residencia familiar de lujo, y la otra como hotel de lujo a 60 000 euros la noche.
  • El día en el que el capitalismo se vea obligado a tolerar la presencia de sociedades no capitalistas en su seno y a reconocer límites a su ansia de dominación, el día en que se vea forzado a admitir que su suministro de materias primas no será interminable, ese día llegará el cambio. —Arundhati Roy
  • Van a arrestarnos y a ejecutarnos a todos. Y todo por Shell. —Saro-Wiwa
  • En Kaima, Mbiama y Yenagoa se mató a personas por las calles y se violó a mujeres y niñas en sus casas en medio de la orgía de violencia desatada por el Estado con el pretexto de defender la instalaciones petroleras.
  • En la sociedad neoliberal global, la rentabilidad económica importa más que la vida.
  • La mujer es el primer medio ambiente. Durante el embarazo sustenta la vida. Las nuevas generaciones se alimentan del pecho de las mujeres. De los cuerpos de las mujeres, fluye la relación de esas generaciones con la sociedad y con el mundo natural. Pues de ese modo es también la Tierra nuestra madre. Y de ese modo es como las mujeres somos Tierra. —Katsi Cook.
  • Cuando el cuerpo está tan acelerado combatiendo todas esas amenazas, puede comenzar a enviar señales de que no dispone del excedente de energía necesario para crear y nutrir a una vida nueva en su seno.
  • Las mujeres con niveles altos de alfa-amilasa (biomarcador del estrés) tienen el doble de probabilidades de ser diagnosticadas de infertilidad.

miércoles, 13 de octubre de 2021

Nocilla Dream (Agustín Fernández mallo, 2006)



  • Dentro de cada uno de nosotros existe un canal sin fin cuya circularidad y constante retorno consolida un "yo" con el que salvarnos de la fatal dispersión de nuestra identidad en el Universo. 
  • El "yo" consiste en una hipótesis inamovible que al nacer se nos asigna y que hasta el final sin éxito intentamos demostrar.
  • Escribir es haber muerto. Solo la muerte pasa la vida a limpio y a esa distancia es capaz de reescribirla.
  • El escritor es quien narra el mundo de los vivos desde el mundo de los muertos.
  • Cuando empecé a practicar mi oficio veía todo el buey ante mí. Tres años después ya solo veía partes del animal. Hoy lo encuentro con el espíritu, sin verlo ya con los ojos. La actividad se ha transformado y ha pasado a un plano superior. Ésta es la concentración que hay que seguir en toda actividad, por cotidiana que sea, de la vida.


martes, 12 de octubre de 2021

El juego del capital


 No es nada divertido tener que ganarse el sustento céntimo a céntimo, hasta reventar.
— Kurt Vonnegut (Matadero cinco, 1969)


    El premio es dinero.
    Para conseguir el premio/dinero/supervivencia tienes que competir contra todos los demás; cuanto más competitivo seas -lo que no implica ser más justo, más fuerte o más inteligente, sino que quiere decir que busques la manera de ganar como sea, si es haciendo trampas también vale-, mejor te irá en el juego, más progresarás/ascenderás y más dinero ganarás.
    Los participantes son miembros del escalón más bajo de la sociedad, la clase que no tiene dinero/capital y por lo tanto para simplemente sobrevivir dignamente -tener una casa, mantener a sus hijos, ir al médico…- o intentar ascender socialmente -mediante la delincuencia clásica o la delincuencia de “guante blanco-, acaban endeudados o arruinados.
    No hay amigos ni compañeros, solo rivales a los que tienes que eliminar para progresar/ascender en el juego y conseguir un mejor premio, es decir, más dinero/supervivencia.
    Si te preocupas por el otro, si piensas en el otro, en sus circunstancias, en su dolor, en sus limitaciones, es decir, si te compadeces de el otro, estás perdido. Los demás dirán que eras “débil” y que mereciste perder.
    Si eres buena persona, estás perdido.
    Cuanto más “fuerte”, es decir, cuanto más psicópata, más despiadado, más individualista, más egoísta, más maquiavélico y más capacidad tengas de engañar y aprovecharte de los demás sin remordimientos y sin escrúpulos, mejor te irá, más progresarás/ascenderás en el juego y, por lo tanto, más dinero/supervivencia ganarás.
    Hay un patrón/director que es omnipotente y autoritario: te puede echar/eliminar cuando le de a él la gana sin tener que justificar nada.
    Las reglas del juego estresan a los participantes, les quita el sueño, los inunda de miedo y de desconfianza hacia los demás hasta el punto de que se vuelven más violentos y agresivos contra los otros y hasta contra ellos mismos, pues aquellos que no pueden soportar la dinámica psicopática del juego, a falta de ansiolíticos, antidepresivos o antipsicóticos que los “calmen” -que es lo que se toma en nuestra sociedad-, acaban escogiendo el suicidio.
    Para sobrevivir/ascender en el juego, los participantes acaban realizando conductas violentas y criminales que nunca imaginaron -tráfico de órganos, por ejemplo- porque al ser forzados a competir hasta el límite y a considerar a los demás simplemente como obstáculos que hay que superar, los cosifican, por lo que pasan de ser personas a ser fuente de ganancias monetarias, meros escollos en el camino para progresar/ascender en el juego y así ganar más dinero/sobrevivir. Los que son incapaces de volverse psicópatas y no lo pueden soportar... como antes, medicación para “calmarse” o suicidio.
    El juego es creado por un grupo de ricos que son los que ponen/poseen el dinero/capital y por lo tanto acaban siendo “dueños” de la libertad y la vida de los participantes.
    La microsociedad en la que se desarrolla el juego, sus reglas y normas e incluso las fuerzas de seguridad que las mantienen, están creadas y regidas por hombres.
    Si llegados a este punto aún hay alguien que no ve que “El juego del calamar” es una metáfora del sistema capitalista es que tiene un problema de habilidades cognitivas y capacidad de razonamiento lógico; y si encima piensan que es una metáfora de un sistema socialista/comunista es que ya entramos en el terreno de la discapacidad intelectual.

    Todas estas premisas quedan prístinamente claras en el discurrir de la serie: tenemos el juego de las galletas de azúcar, en el que se realiza una actividad sencilla y trivial pero bajo una carga de estrés y presión desproporcionada puesto que si cometen el más mínimo fallo perderán inmediatamente su puesto de trabajo, es decir, serán eliminados; luego está el juego del puente de cristal, en el que uno de los participantes de repente tiene más poder que los dirigentes ya que tiene más conocimiento que ellos sobre el tema del que trata el juego, lo que le permitirá ganar y además salvar a sus compañeros -hacen comunidad, cooperan, y eso no suele gustar-, por lo que los jefes perderán o mejor dicho “dejarán de ganar” -en este caso el divertimento de verlos morir-. Para evitarlo y que todo siga igual, el patrón decide cambiar las reglas del juego sobre la marcha y así anular el poder que tenían entonces los participantes, obligándolos otra vez a competir egoísta e individualmente entre ellos. Incluso el mismo juego que da nombre a la serie es otro ejemplo claro: es un juego en el no hay ningún juego, solo competición entre dos participantes cuyo único objetivo es, por la fuerza, a base de empujones, lograr llegar a la cabeza del calamar dibujado en el suelo; no hay divertimento, solo un ganador y un perdedor.

    Pero dos capítulos están por encima del resto en lo que a alegoría de nuestro sistema social/laboral se refiere: el segundo y el sexto.

    El capítulo dos aniquila el concepto de libertad que tanto pregonan los neoliberales, el cual viene diciendo que en una sociedad capitalista cada uno tiene lo que se merece porque todos somos libres de estudiar, trabajar, emprender, esforzarnos más o menos, montar una empresa en un garaje, sacarnos medicina en Harvard, ganar un premio Nobel, convertirnos en adictos, delinquir, prostituirnos, alquilar nuestro útero, drogarnos, ser ricos, ser jefes o ser empleados, etcétera. Que el dinero de tu familia, ser hijo de Bolsonaro, la herencia, lo estructurado/seguridad de tu entorno social/familiar, el lugar en el que naces, la familia en la que naces, el capital relacional -eufemismo de “enchufes/contactos”- que tiene tu familia, etcétera, no influyen para nada en tu “éxito” personal y/o profesional, que todo depende de tu talento, inteligencia, esfuerzo y motivación. Sal de tu zona de confort y cómete el mundo, si no lo haces es porque no quieres o no vales, es lo que dicen ellos.

    En el juego del calamar todos los participantes son del estrato social más desfavorecido, ese del que dicen los neoliberales que puedes salir si te esfuerzas y emprendes mucho y así ascender socialmente a la siguiente clase más acomodada. ¿Por qué están ahí? Pues porque no tienen dinero ni "capital relacional y para conseguir vivir están todos endeudados. ¿Por qué están endeudados? Pues algunos simplemente para sobrevivir -vemos que hay un matrimonio normal y corriente de mediana edad-, otros porque a pesar de llevar toda la vida trabajando, ser muy inteligentes y haber estudiado, no han conseguido ese ascenso social que le decían que conseguiría fácilmente por ser tan inteligente y esforzarse mucho; otros porque se han visto abocados a acudir a las apuestas para conseguir ese dinero que el trabajo no le aportaba, otros porque han decidido no trabajar en trabajos precarios que los explotan por cuatro pesetas y se han puesto a delinquir, otros porque las mafias se han aprovechado de su situación de debilidad y precariedad y los han estafado para traerse a su familia de Korea del Norte.
El caso es que todos aceptan entrar en el juego para ganar mucho dinero y así librarse de las deudas, pero cuando ven que el juego es una atrocidad en la que, si pierdes una partida, te matan literalmente, deciden salirse. Son libres de escoger, como dicen los neoliberales. Y escogen irse de aquella pesadilla psicopática. Punto para los neoliberales y su dios de la la libertad, libre elección y la mano invisible que imparte justicia.

    Pero ¿qué pasa cuándo están en la realidad? Que el sistema los ahoga, los atosiga y los presiona porque tienen que pagar sus deudas; y si no tuvieran deudas, tendrían que pagar sus facturas, sus hipotecas -que es una deuda-, sus coches, sus teléfonos, sus televisiones, sus canales de televisión, sus hijos, su luz, su agua, su gas, su gasolina, su metro, su tren, su comida. En fin, lo que tenemos que pagar todos en este sistema en el que vivimos. Por lo tanto, al no tener dinero para pagar todo eso, se ven forzados a meterse de nuevo en el juego. Un juego en el que el estrés es máximo, la explotación es máxima, la cosificación es máxima, la alienación es máxima, el peligro es máximo, pero que es la única manera de poder pagar sus facturas. ¿Son libres de elegir entrar o no? Rotundamente No. ¿Es libre una persona de familia pobre de escoger estudiar medicina en Harvard o un máster en Garrigues? ¿de escoger un trabajo donde no lo exploten? ¿de ira aprender inglés a London? ¿de montar una empresa o de irse a una ciudad grande a buscar trabajo donde le cobren 1500 Euros por el alquiler? Rotundamente No.

    En el capítulo seis los participantes tienen que formar parejas. Por inercia, se juntan con aquellos con los que tienen más afinidad. Pero -como era de esperar- el juego les juega una mala pasada, valga la doble redundancia: tienen que competir con el compañero que han escogido. Esto implica que tienen que matar a su compañero, sin violencia, ganándole, pero en el fondo es un “matar o morir”.
De esto se deduce que en el juego/sistema que nos atañe no puede haber amigos, porque todos son rivales. Si eres “débil” y te compadeces de tu compañero, él te pisará y pasará por encima de ti, eliminándote. Si los dos sois “débiles” y decidís no jugar/competir para no hacer daño a vuestro compañero, los dos seréis eliminados. Si quieres sobrevivir en el sistema te tienes que adaptar y eso conlleva dejar de lado pensar en el otro como una persona, cosificarlo y así poder aplastarlo sin compasión para que poder ganar/ascender. Así, unos engañan, otros manipulan, otros se aprovechan de las debilidades del compañero, de su inocencia o su ignorancia; otros mienten, otros hacen trampas, otros cambian las reglas para su beneficio y otros simplemente se apartan del camino porque prefieren morir a perder la poca humanidad que aún albergan en su interior. El caso más extremo es el de un matrimonio normal y corriente -no sabemos por qué están ahí, pero puede ser para pagar su hipoteca, por ejemplo, o las deudas de los estudios de sus hijos-, que se escogieron el uno al otro como pareja. Así de cruel es el juego/sistema. Incluso te obliga a competir contra aquellos a quienes amas. Por supuesto, el superviviente de esa pareja acabó por suicidarse, no hay dinero que pueda atenuar esa locura.

    En fin, que “El juego del calamar” es en realidad “El juego del capital”: quien tiene el capital puede jugar con la vida de los demás, e incluso divertirse haciéndolo. Al resto solo nos queda participar para intentar sobrevivir, no somos libres para elegir no hacerlo, porque entre facturas y alquileres y comida, no nos queda otra que aceptar las condiciones que nos dan. O eso o morir. Nos dicen que nos esforcemos y así ganaremos, pero no es verdad. Nadie gana, porque por el camino, si no pierdes la vida, pierdes la humanidad.

    Pero ¿por qué organizan esos “juegos”? Al final, el rico más rico de todos dice que lo hacen por diversión, porque se aburren, porque no saben qué más inventar. Tienen tanto dinero que lo pueden hacer lo que quieran, y, además, les gusta hacerlo, les gusta esa sensación de poder. Por eso, aunque les sobre la pasta, no piensan en repartir ni aunque sea un mísero 1% de su fortuna para mejorar la vida de otros seres humanos, de sus conciudadanos, ni siquiera quieren pagar la parte de impuestos que les corresponde, y que así devolvería parte de lo que previamente extrajeron en forma de plusvalía de la piel de sus trabajadores explotados. Prefieren despilfarrarla y tener esa sensación de poder, control y dominio sobre otras personas, ya que, si se reparte, no podrían hacer ese tipo de juegos que los hacen ser omnipotentes: dioses psicópatas que dirigen la sociedad y manejan el destino de otros seres humanos.

    Es cruel, pero no tan alejado de la realidad.

    Hoy en día no tenemos -que sepamos- los juegos del calamar, pero existen muchas actividades y situaciones parecidas que podemos encontrar si nos paramos un poco a pensar y observar.

    Por poner un par de ejemplos así a botepronto y sin darle muchas vueltas, tenemos la industria de la moda y a la “alta cocina”. En la industria de la moda, un puñado de ricos se regodean gastándose miles de euros en trajes estrambóticos que fueron hechos por niños explotados en Bangladesh que trabajan por un euro al mes. Divertimento clasista para unos a base de esclavizar otros (niños incluídos). En la “alta cocina” los ricos pagan miles de euros por un guisante deconstruido “cocinado” por cocineros explotados con contratos precarios en los que trabajan mil horas al día y pueden ser despedidos al acabar la semana, y que cobran al mes lo que vale la mitad de ese guisante congelado en nitrógeno líquido acompañado en armonía musical con cebolla caramelizada del Himalaya y despreurizada en el vacío al cero absoluto. Otro divertimento clasista para unos que se nutre de la precariedad de otros.

    Parece mentira, pero vivimos en una sociedad no muy distinta a la que plantea la ficción de “El juego del calamar”, igual que tampoco está alejada de la que plantea “Los juegos del hambre”,  “Elysium”,  “Snowpiecer”,  “Parasitos” o la maravillosa e injustamente infravalorada -quizás simplemente por no ser muy conocida- “Burnig”: ricos muy ricos aburridos que buscan estímulos que los hagan sentirse vivos, y esa estimulación normalmente incluye ejercer poder y control despiadado sobre otros seres humanos, seres humanos pobres que no tienen alternativa, que no son libres, que se ven obligados por las circunstancias -y engañados- a participar/ser explotados por los ricos aburridos, los cuales gozan haciendo las atrocidades que les da la gana porque son inmunes, todopoderosos y desabridos.

    Es una realidad que existe, y lo peor es que la podemos cambiar… pero no queremos. Reflexionad sobre ello.