miércoles, 29 de junio de 2022

Los asquerosos (Santiago Lorenzo, 2018)


 


  • Los empleítos de circunstancias, para su mal, lo tenían abducido.

  • Mirando absorto cómo el escaparate de sus preocupaciones permanecía vacío, sin un puto zapato, maniquí ni cartelito de precios, a pared en bolas y con la luz de la tarde lamiendo lánguida la tela del forro del expositor desocupado.

  • Las toallitas húmedas a base de alcohol para el aseo fecal eran para ellos imprescindibles. No en balde, cada vez más, en un proceso simple de adicción proveído por el empapado etílico del orto y la inevitable alcoholización (por vía anal, la más innoble de las posibles) del usuario.

  • El domingo por la tarde, a eso de las seis, se volvían a sus casas, con expresión de haber quedado transidos de naturaleza e imbuidos de experiencia agreste. Como quien se va de putas y vuelve creyéndose un conquistador.