jueves, 18 de abril de 2024

Matadero cinco (Kurt Vonnegut, 1969)



-       Les he enseñado a mis hijos que jamás tomen parte en matanza alguna bajo ningún pretexto, y que las noticias sobre el exterminio y la derrota de sus enemigos no deben producirles ni satisfacción ni alegría.
-       El arte no es posible si no baila como pareja de la muerte.
-       Ésta fue la primera vez que Billy se alejó del tiempo. Primero su atención empezó a recorrer el arco iris completo de su vida y llegó hasta la muerte, que era una luz violeta. No había nadie ni nada, sólo aquella luz violeta y un zumbido.
-       Billy Pillgrim, echado en el lecho del río, pensaba que él, Billy Pillgrim, iba a transformarse de un momento a otro, dulcemente, en corriente de agua. Si lo dejaran allí un ratito, pensaba, ya no causaría más problemas a nadie. Se transformaría en corriente de agua e iría flotando entre los troncos y la maleza de las orillas.
-       Mientras desinfectaron las ropas de los americanos con un gas venenoso, Billy retrocedió en el tiempo hasta su infancia. Era un bebé, al que su madre acababa de bañar. Ahora su madre le envolvía con una toalla y le llevaba hasta una alegre habitación llena de sol.
-       Bajo los efectos de la morfina, Billy había estado soñando con jirafas en un jardín. Las jirafas correteaban en un sendero abierto entre los árboles. Billy era también una jirafa. Comió una pera. Estaba dura. La trituró entre los dientes y la pera crujió protestando.
-       En el hospital de veteranos, para ambos, la vida había llegado a carecer de sentido, en parte por culpa de lo que habían vivido en la guerra. Rosewater había disparado sobre un muchacho de catorce años que hacía de bombero, confundiéndolo con un soldado alemán. Así es la vida... Y Billy había sido testigo de la mayor carnicería de la historia de Europa, el bombardeo de Dresde. Así es la vida.
-       Los dos intentaban rehacerse a sí mismos y rehacer el universo entero. Y por eso la ciencia ficción constituía una tan gran ayuda para ellos.
-       Todo lo que podía saberse en la vida estaba en “los hermanos Karamazov”, de Fdor Dostoyevski.
-       Creo que ustedes tendrán que inventarse un buen montón de mentiras bien dichas, o la gente no querrá seguir viviendo.
-       Se sentía avergonzado, desagradecido y débil por la sola razón de haber luchado tanto y haber tenido tantos problemas para darle la vida y mantenerlo vivo, cuando a él ya no le gustaba vivir.
-       Hablaba de las personas que sus enfermedades mentales no podían ser tratadas porque sus causas estaban todas en cuatro dimensiones.
-       No es nada divertido tener que ganarse el sustento céntimo a céntimo, hasta reventar.
-       Antes de matar a alguien, asegúrate de que no está bien relacionado.
-       Billy hizo un chasquido similar al que produce un gozne oxidado. Acababa de vaciar su vesícula seminal en Valencia y había contribuido con su granito de arena a la formación de los Boinas Verdes.
-       Lo había defecado todo menos el cerebro. Un rato más tarde decía “ahí va, ahí va” refiriéndose al cerebro. Éste era yo. Éste era yo en persona. El autor de este libro.
-       Pasó un momento, y después todas las células del cuerpo de Billy se sacudieron en un entusiasmado aplauso de gratitud.
-       La mujer resultaba aburrida, pero su persona era una deliciosa invitación a la procreación.
-       Su apatía externa encubría una mente llena de proyectos excitantes. Estaba preparando cartas y conferencias sobre los platillos volantes, la intrascendencia de la muerte, y la verdadera naturaleza del tiempo.
-       Los trafalmadorianos enseñaron a Billy que lo importante era concentrarse en los momentos felices de la vida.
-       La figura terrestre que más se complementa con la mentalidad trafalmadoriana es Charles Darwin, quien enseñó que los que mueren están hechos para morir, y que cada cadáver es un progreso.

domingo, 7 de abril de 2024

Entrevistas breves con hombres repulsivos (David Foster Wallace, 1999)



- Todo este tiempo ha habido tiempo. No puedes matar al tiempo con el corazón. Todo ocupa tiempo. Las abejas tienen que moverse muy deprisa para permanecer quietas.

 - Dos manchas negras, un momento de violencia y desapareces en el pozo del tiempo. la altura no es el problema. Todo cambia cuando vuelves abajo. Cuando impactas con todo tu peso.

- El trampolín asentirá y tú saldrás despedido, y los ojos de piel podrán cruzar a ciegas un cielo empañado de nubes, la luz horadada se vaciará detrás de esa piedra afilada que es la eternidad. 

- Pero no todo es verde. Mi mesa de camping que está ahí fuera toda llena de agua y de latas de cerveza y de colillas flotando en los ceniceros, no es verde.

viernes, 5 de abril de 2024

El niño que todos llevamos dentro



Hay más cine en los nueve minutos que dura “Zima Blue” (Robert Valley, 2019) que en miles de horas de metraje del 90% de las películas que copan hoy en día nuestras carteleras.
En esos nueve minutos que dura el corto de animación de la serie de “Love, Death & Robots” (David Fincher, Tim Miller, 2019), se condensan películas tan grandiosas como “Ciudadano Kane”, “Blade runner”, “Gohst in the Shell”, “The Square”, “La gran belleza” o “Toy story”.
En “Zima Blue” se habla de felicidad, se habla de filosofía, se habla del sentido de la vida; se habla de budismo, se habla de identidad, se habla del Arte, se habla de la creatividad; se habla de la inteligencia, del esnobismo, de la superficialidad, de la banalidad de la fama y el éxito, de lo que es ser un “ser humano”, de sus motivaciones, de su conocimiento, de la búsqueda de la VERDAD… En definitiva, en “Zima Blue” se habla de qué es la vida, de cuál es su sentido y de qué es estar vivo y viviendo... de ese viaje interior que te lleva hasta los confines del cosmos para  que seas capaz de descubrir que puedes tenerlo todo, pero si o te tienes a ti mismo, nunca llegarás a tener la felicidad.
Y por si fuera poco, “Zima Blue” habla de todo esto desde una estética maravillosa, con una narrativa cinematográfica perfecta, con una potencia visual apabullante, con imágenes y secuencias que transmiten más en diez segundos otras obras en dos horas y media.
Mención aparte es la secuencia final del corto. En esta, Zima, en lo que es además su última obra de arte, se sumerge en su piscina mientras se deconstruye a sí mismo para dejar salir su verdadero yo, el Zima original, ese niño que lleva dentro y que ha sido el motor que ha impulsado su magnífica creatividad, su arte, su búsqueda de la verdad; y así quitarse la máscara social y dejar de ser el Zima que todos conocen para alcanzar la máxima felicidad y paz posible: volver al origen; volver ser aquello que era y hacer aquello que hacía en su infancia virginal, volver al sencillo juego inicial; retornar a la vida de aquel mundo perfecto, a la seguridad y tranquilidad del útero materno.
Esta secuencia es de una potencia visual que rara vez he visto en el cine; en diez segundos se condensan filosofía, psicología, inteligencia artificial, humanismo… y a la vez, ese acto es una obra de arte para el consumo de las masas y para criticar ese consumo insubstancial, porque la gente que lo está contemplando no es consciente de la magnitud de la obra de arte que están presenciando, sino que solo se escandalizan y solo se preocupan porque van a perder a Zima, el artista de moda. Tan solo la periodista, la narradora de la historia, se da cuenta de la dimensión y el significado de la obra de Zima, y cuando lo entiende, abandona la escena.
Todo esto está comprimido en una única secuencia de apenas diez segundos. Hay nostalgia, hay celebración, hay arte, hay crítica al arte y su consumo, hay felicidad, hay sentido de la vida, hay filosofía, hay psicología, hay belleza, hay reflexión sobre los límites de la inteligencia y consciencia artificiales… es una metáfora de lo que es la vida, lo que es estar vivo y cuál es el sentido de todo ese proceso, utilizando para ello un robot autoconsciente y artista que se deconstruye a sí mismo para volver a ser el simple y feliz niño que habita en su interior. Sublime.

Además de esto en “Zima Blue” también se tocan los temas de la autoconsciencia de las máquinas, la inteligencia artificial, y como los robots pueden llegar a cuestionarse sobre el sentido de su existencia. Pero lo curioso, es que es tan potente el mensaje y la secuencia final, que toda la reflexión filosófica de una máquina siendo consciente de sí misma y creando arte, queda relegada a un segundo plano y casi sin trascendencia, es decir, lo que para “Blade runner” o “Gohst in the Shell” era el centro y la justificación de una película, en “Zima Blue”, un corto de 10 minutos, es algo secundario, porque el tema principal es mucho más trascendente que eso.