viernes, 2 de octubre de 2020

Lo que dice la ciencia sobre educación y crianza (Julio Rodríguez, 2019)


 


  • Los chimpancés infantes prefieren el abrazo cálido de un peluche con la forma de su madre al alimento que le proporciona un frío robot de metal.

  • Los niños no son adultos en pequeñito, son niños.

  • Su cerebro de niño no sabe que ha hecho algo malo. ¡Ha estado jugando! ¿Cómo va a ser eso malo?

  • Ser padres no es una aventura, es una responsabilidad.

  • Para tener un hijo lo primero, lo más imprescindible, es querer tenerlo, desearlo.

  • El amor por nuestros hijos tiene la obligación de ser enorme, de una dimensión superlativa, porque de ese amor depende su supervivencia

  • En cuanto a las demostraciones de amor o cariño –vulgarmente conocidas como «mimos»–, siempre es mejor pasarse que quedarse corto.

  • El bebé es el centro; pulveriza el ego y egoísmo de sus padres. Ahora se trata de él, hay que sacrificarse por él. Es la principal responsabilidad de sus progenitores.

  • Una bofetada a tiempo no arregla nada. Es más, lo complica todo.

  • Nunca debemos pegar a nuestros hijos. Los padres somos las personas que más aman en el mundo. Si la figura que más aman ejerce violencia sobre ellos, en su pequeño cerebro se puede provocar un enorme cortocircuito.

  • El respeto no se gana por la fuerza, se gana con el ejemplo.

  • Recordamos algún momento de violencia que nuestros padres hayan ejercido sobre nosotros? ¿Cómo es ese recuerdo? ¿Es agradable? Pensemos entonces si queremos que nuestros hijos tengan esos mismos recuerdos de nosotros.

  • Siempre hay una alternativa mejor a la violencia.

  • Hablemos a nuestros hijos como a adultos, querámoslos como a niños.

  • La letra, con cariño, juego y diversión, entra

  • A razonar se aprende igual que se aprende a hablar.

  • De cómo eduquemos a nuestros hijos dependerá el cómo se relacionen con sus iguales y con el mundo en general. Si les enseñamos que las normas se imponen por la fuerza, entonces eso mismo harán ellos. Si les enseñamos que las reglas y las conductas tienen un porqué, un sentido y una explicación,eso buscarán.

  • El mejor castigo es el premio

  • Para eliminar una conducta determinada en un niño lo más efectivo es premiar la conducta contraria.

  • Se intentará evitar en la medida de lo posible la confrontación, la imposición, la agresividad y la activación de emociones negativas, tanto en el adulto como en el niño, durante su educación. Estas conductas negativas impedirán el aprendizaje y crearán rechazo y barreras defensivas hacia lo que se pretende enseñar al niño y, en último término, hacia la persona que las lleva a cabo (generalmente sus padres).

  • El estilo autoritario e impositivo provoca un aprendizaje más lento y menos efectivo –cuando no totalmente ineficaz debido a lo expuesto en el apartado anterior–, además de que interiorizan la idea de que el mundo no tiene lógica ni coherencia y de que las normas las dictan los que tienen poder y fuerza y son incuestionables.

  • La agresividad no arregla nada, es más, lo complica todo.

  • Lo que más quieren los niños es el cariño, el amor y la atención de sus padres.

  • Los hombres sí lloran. Y deben llorar. Y deben expresar por qué lloran. Y las mujeres también.

  • Al niño hay que enseñarle a reconocer las emociones, a expresarlas y a entender por qué se sienten así en cada momento.

  • Educar de una manera cognitivo-emocional es lo correcto y adecuado para el futuro de nuestros hijos, para su fortaleza, para su seguridad, para su autoestima y para su estabilidad emocional

  • Invirtamos tiempo de calidad en nuestros hijos y recogeremos estabilidad emocional y felicidad.

  • Invitemos a nuestros hijos a que prueben a hacer actividades que no se les den tan bien. Eso les hará darse cuenta de que no son perfectos, que también fallan y que no pasa nada, que todo el mundo los quiere igual.

  • Las relaciones sociales y familiares deben estar basadas en la confianza, en el afecto y en la honestidad, no en la comparación social o en la adulación gratuita y a discreción.

  • Hay muchas otras circunstancias más importantes que el éxito, el dinero y las influencias. La honestidad y la ética, por ejemplo.

  • Démosles a nuestros hijos libertad, recogeremos estabilidad emocional, felicidad e inteligencia.

  • El tiempo de nuestra vida es suyo, y el espacio también. Nuestro salón ya no es un salón, es un híbrido entre un cuarto de juegos y un sitio donde ver los dibujos de la televisión.

  • Los tres puntales de la libertad en la educación de nuestros hijos son: la libertad para explorar su entorno y sus propias capacidades y limitaciones; la libertad para expresarse, lo que implica pintar paredes, cantar, bailar, hacer cabañas con los muebles del salón, etcétera, y la libertad para decidir, que comprende incluso la libertad de no comerse todo el brócoli.

  • Aunque nos dé miedo, debemos dejarlos jugar en libertad, subir escaleras, subirse al sofá, correr solos por el parque. Siempre estaremos cerca para ayudarlos, pero dejémosles su espacio. La seguridad en sí mismos crecerá. Y ese es el pilar fundamental para una correcta estabilidad emocional.

  • La democracia implica que sus decisiones pueden no gustarnos o puede que no estemos preparados para ellas. Bajémonos del tren de los adultos y subamos al de ellos, apoyémoslos y participemos de sus elecciones.

  • Enseñemos a nuestros hijos a razonar y serán capaces de dominar su mundo.

  • Expliquemos y demos una razón a los niños para todas las normas que apliquemos en su educación. Eso les hará saber que el mundo tiene un sentido y les dará seguridad.

  • Dejémoslos explorar y tomar riesgos controlados. Eso les aportará seguridad y confianza en sí mismos

  • No estamos educando a nuestros hijos para el presente, los estamos educando para el futuro, y el futuro no sabemos cómo será. Nuestro mundo no será su mundo. Enseñémoslos a razonar, a no tener miedo al cambio, a afrontar los problemas, a cuestionar… Y así serán capaces de resolver todo lo que se les presente en su vida.

  • El mundo de los niños tiene unas reglas diferentes a las nuestras. Abandonemos el mundo de los adultos para entenderlos.

  • Siempre que dudemos sobre si estamos haciendo lo correcto educándolos para ser tan conscientes de la realidad y de sí mismos, pensemos en que lo que estamos haciendo es tejer un enorme colchón sobre el que nuestros hijos podrán caer desde lo más alto sin lastimarse, que les estamos creando un traje espacial de plástico de burbujas que los protegerá de los más duros golpes por toda la eternidad, que les estamos construyendo una habitación acorazada situada en un universo paralelo a la que solo ellos podrán acudir siempre que quieran para aislarse del mundanal ruido, para pensar con tranquilidad, para reflexionar, para encontrarse consigo mismos y decidir su camino.

  • Tengamos siempre una visión holística, cosmológica y largoplacista de la educación que les demos a nuestros hijos. Ellos regirán la sociedad del futuro. Sus decisiones, opiniones, acciones, etcétera, dependerán en gran medida de la educación y los valores que hayan recibido.

  • No nos dejemos llevar por la corriente de las píldoras de felicidad: lo que buscamos es una estabilidad emocional duradera, un bienestar psicológico a largo plazo, no un pico de azúcar que se disolverá en un átomo temporal.

  • Enseñadle que la tristeza y los malos momentos son parte de la vida, que no hay que evitarlos ni ocultarlos, que debe afrontarlos.

  • Los niños tienen su propio mundo de niños, con sus problemas, sus crisis, sus ideas, sus conflictos, sus miedos y sus preocupaciones. Adaptaos a ese mundo, adoptad un punto de vista niñocéntrico, sacrificaos para entenderlo, agachaos para hablarle a su altura. Es su momento, dádselo todo. El retorno será infinito; para vosotros también.

Matriarcadia (Charlotte Perkins Gilman, 1915)


 


  • El trabajo en pro del bien común es el fin más noble de la vida personal.

  • Entre los animales que se aparean, se llama virgen a la hembra que no se ha apareado” -contestó; “Ya veo. ¿Y también se dice del macho? ¿O para él hay un nombre distinto?” -nos preguntaron ellas.

  • Les hablamos de la resurrección de la carne y nos preguntaron si nuestro Dios no era capaz de resucitar a la gente de sus cenizas igual que lo hacía de una larga putrefacción.

  • Los pocos niños nacidos murieron.

  • Los encantos femeninos de los que estamos tan orgullosos no son femeninos en absoluto, sino mera masculinidad refleja para complacernos.

  • Sin la competición no habría estímulo para la industria” -dijo Terry-. “¿Acaso no les gusta trabajar? -Preguntaron-. “Ningún hombre trabajaría si pudiera evitarlo” -declaró Terry-. “No es así entre nosotras” -nos explicaron gentilmente- “nosotras trabajamos por el bien de nuestra sociedad”.

  • Las niñas de este país son el centro y el foco de todos nuestros pensamientos.

  • Afirmo que son las mujeres y no los hombres son quienes verdaderamente cooperan de modo natural.”

  • Eran madres, pero no de manera involuntaria, obligadas a llenar y volver a llenar el país para ver luego cómo sus hijos sufren, pecan y mueren luchando espantosamente unos contra otros, sino en el sentido de hacedoras conscientes de gente.

  • Un amor de madre que dominaba la sociedad.

  • La educación es nuestra arte suprema, solo permitida a nuestras artistas más grandes.

  • El patriotismo es en gran medida orgullo y en mayor medida aún, belicosidad. El patriotismo es resentimiento.

  • Toda la dedicación y devoción que nuestras madres ponen en sus familias privadas estas mujeres las ponían en su país y su raza.

  • Toda la lealtad que los hombres esperan de sus esposas se lo daban, no a un hombre concreto, sino colectivamente unas a otras.

  • Para estas mujeres cuyo marco mental era colectivo, las limitaciones de una vida completamente personal eran inconcebibles.

  • Carecen de modestia” -replicó Terry- “no son pacientes ni sumisas. Carecen de sometimiento, que es el mayor encanto de una mujer”.

  • No tenían naciones guerreando entre sí, ni aristocracia con sus ambiciones, ni riqueza ni oposición de los pobres.

  • Los niños crecían en un mundo abierto y amistoso.

  • La mente es algo que hay que usar y disfrutar. Ponemos nuestro esfuerzo en satisfacer ese apetito natural de un joven cerebro.

  • Cuando uno se dedica exclusivamente a un tipo de trabajo, las partes del cerebro no afectadas por él tienden a atrofiarse.

  • Utilizaban una educacion para la ciudadanía.

  • Construían el futuro, y no necesitaban del masculino espíritu de empresa.

  • No queremos la inmortalidad. Queremos que mi hija y las hijas de mi hija sigan, y así será. ¿Por qué debería ser yo la que siga?

  • Nuestra tradición vincula la mujer al hombre.

  • Cuando nos ven, solo piensan en la paternidad, nos ven como objetos que usar.” -dijo Terry.

  • No quieren que trabajemos (las mujeres) porque eso nos hace menos femeninas.

  • Para Terry las mujeres eran una presa, algo que perseguir, atrapar y conquistar.