miércoles, 21 de septiembre de 2016

Frankenstein (Mary Shelley 1818)



• La invención no consiste en crear de la nada, si no en crear a partir del caos.
• Tras días y noches de fatigas indecibles, conseguí descubrir la causa de la generación de vida.
• Era ya la una de la mañana y mi candil estaba casi consumido, cuando a su débil resplandor vi abrirse los ojos amarillentos de mi obra.
• Habíala visitado una desgracia capaz de hacerle odiar el mundo, y a su sombra se apagaban las sonrisas.
• Pero tú, mi creador, también me detestas y me desprecias, a pesar de que soy obra tuya y de que estoy ligado a ti por lazos sólo disolubles por la desaparición de alguno de los dos.
• Era bueno y la desgracia me hizo un malvado: hazme feliz y volverá a mí la virtud.
• Era bueno y mi alma rebosaba amor pero, ¿No ves que estoy solo, miserablemente solo?
• No tardó en volver a dominarme la cólera al recordar que estaba privado para siempre de las dichas que criaturas tan hermosas pueden prodigar y que aquella cuyo rostro contemplaba cambiaría, si me viese, aquella expresión de divina bondad por otra de disgusto y de temor.
• Mis malas pasiones desaparecerían para siempre si tuviese a alguien que simpatizase conmigo.
• Es verdad que seremos dos monstruos aislados del resto del mundo, pero por eso mismo estaremos más unidos entre nosotros.
• No permitiré que tú, mi creador, seas feliz mientras yo arrastro una vida miserable.
• Los compañeros de nuestra infancia poseen siempre sobre nuestro espíritu cierto atractivo que difícilmente alcanza a irradiar una amistad posterior.
• Cuando me vi arrastrado al mal y al odio, el corazón mío soportó ese cambio con torturas que usted no puede imaginar.
• Hubo un instante en que tuve esperanzas de encontrar a seres que, perdonándome mi fealdad, me quisieran por las excelentes cualidades que era capaz de demostrar.
• Siempre deseaba amor y compañerismo y siempre me veía rechazado.