sábado, 30 de diciembre de 2017

Que alguien le diga a Netflix que el cine es más que colores saturados y sonido impactante



Soy la bonita criatura que vive en esta casa (Osgood Perkins, 2016) es una de las últimas "películas" que ha sacado Netflix. Y pongo "película" entre comillas, porque me cuesta meter en el mismo saco a este elemento audiovisual y, por ejemplo, a Chinatown (Roman Polanski, 1974) 
De hecho, más que de cine, mejor voy a hablar de series, porque si hablo de cine, hablar de Netflix sería hablar de la antítesis de lo que se considera CINE; más bien sería como hablar del cáncer que asola el CINE. (Las mayúsculas son a propósito.) 
The wire es considerada por muchos como la mejor serie de la historia, podríamos discutir sobre si es esta, Breaking bad, o Lost, pero eso sería otro artículo; vamos a asumir que The Wire es la mejor serie que conocemos. ¿Quién me puede decir dónde están en The Wire los colores saturados, los neones, los violetas fosforitos al estilo de la sobrevaloradísima Drive? ¿Quién me puede decir dónde están en The Wire las imágenes a 4K, la cámara lenta, los rayos de sol en todos los ángulos, los colores apastelados? ¿Quién me puede decir dónde están en The wire los sonidos hípergraves, el ruido ensordecedor de los motores de los coches, las puertas que se cierran y parece que cae el mundo? Os lo digo yo, en ningún sitio. Porque todo eso, los colores, la iluminación, los sonidos, la banda sonora, etc.… tienen que estar al servicio del guion y de la narración cinematográfica, si no lo están, no son más que adornos superfluos para estimular los sentidos y esconder lo que es evidente para alguien que vea un poco más allá de la primera capa de pintura y sonido: que son una patraña. 

The wire no le hacía falta tener esos colores para impresionar al espectador, para mantenerlo pegado al asiento, para crearle interés, para emocionarlo, para asustarlo, para transmitirle una metáfora, para hacerlo partícipe de la historia, para meterlo de lleno en las calles de Baltimore, para removerle el estómago, para estimular su intelecto, para crearle desasosiego, para que se identificara con los personajes, o para hacerlo reír a carcajadas; lo conseguía con el guion y la narración cinematográfica, y eso es lo que es, por definición, el CINE. 
Dicho en modo conversación hipster de barra de starbucksThe wire no le hacía falta tener "buena fotografía" para ser una maravilla; y encima ese comentario es erróneo, ya que The Wire sí tenía buena fotografía, pero es que ahora se identifica la "buena fotografía con los colores saturados, los contrastes marcados, los rayos de sol por todos los ángulos, etc. Si quieres saber lo que es buena fotografía, haz un visionado de toda la filmografía de Kaurismaki, y eso por decir alguien normalito; pero no me digas que Drive tiene buena fotografía solo porque pone el rojo y el verde (o el violeta y el amarillo) en un mismo plano. (Y si el plano es de noche, y los objetos coloreados están desenfocados, o borrosos por el agua de lluvia, "mejor" es la fotografía... en fin.)  
Lo mismo pasa con el sonido. Ahora -gracias a Netflix y a la incultura cinematográfica- se identifica un "buen" sonido si este es hípergrave, hasta tal punto de que cuando hay un caballo en escena parece que se te cae el salón de casa, o cuando cierran una puerta, parece que acaba de estallar la bomba de Hiroshima. La estupidez de las producciones de Netflix llega hasta tal punto que, si pones el volumen a un nivel en el que no te rompan los cristales cuando alguien pega un puñetazono escuchas los diálogos (sic). Los diálogos, uno de los puntos de la narración cinematográfica más importantes -desde que se acabó el cine mudo-, quedan casi eliminados en Netflix por culpa del estruendo del sonido ambiente. Así es el nuevo "cine"... es más importante que te duelan los tímpanos cuando pase un tren por la escena, que enterarte de lo que dicen los personajes... en fin. 
Y todo esto pasa porque se le da más importante la sensación -estimular los sentidos- que la percepción -estimular el intelecto-. Lo cual es totalmente equívoco, sobre todo cuando hablamos de ARTE y de CULTURA, que es de lo que debería ir el CINE. Esto no me preocuparía, sino fuera porque las nuevas generaciones toman a Netflix como referente cinematográfico, y además está llegando a mucha gente. En vez de aprovechar la ocasión para culturizar, la estamos aprovechando para aborregar... 
Y con esto no estoy diciendo que se elimine el color y el sonido impactante, no. Aunque considero Casablanca, El ángel azul, Rashomon, El acorazado potemkino El apartamento, como maravillosas obras maestras del CINE; también considero a 2001, Una odisea del espacio, o incluso, Parque jurásicopelículas donde el sonido y las imágenes impactantes tienen un papel esencial. Y he escogido estas dos últimas películas a propósito, porque, aunque no son comparables, en ciertos niveles sí que guardan elementos en común. Una es una obra maestra dirigida a un público reducido, otra es cine comercial puro y duro; pero las dos son magníficas películas en sus respectivos nichos, las dos son CINE. Y lo son porque tienen una maravillosa narración cinematográfica, porque hacen un uso exquisito del lenguaje cinematográfico. Y en las dos, las imágenes impactantes, y el sonido -y la falta de él- juegan un papel importantísimo; pero en las dosestos recursos están al servicio de la narraciónpara acentuarla, para marcarla, para añadirle un nuevo plano de significado e información; nunca para ocultar las carencias de guion. 

Lo siento Netflix, pero para hacer CINE no vale poner colores saturados y sonidos abrumadores. Para hacer cine, como decía el maestro Hitchcok, hacen falta tres cosas: un buen guion, un buen guion, y un buen guion. 
Hay que decir que Netflix ha hecho cosas buenas. Por una parte a democratizado un poco la industria audiovisual, y por otra NarcosStranger thingsEl cuento de la criada... son series que están muy bien. (Esta última, por cierto, me atrevo a decir sin temor a equivocarme que es gracias a que Margaret Atwood -la autora de la magnífica novela original- participó activamente en el guion.) Pero, aun así, en todas estas seriesvuelven a abusar de los colores saturados y los sonidos abrumadores, cuando éstos, repito, deberían estar al servicio de la narración, no embadurnarlaSe dejan llevar por la moda hipster, y meten colores y sonidos por todos los lados, y, en el caso de El cuento de la criada, rayos de sol por miles de ángulos, hasta el punto de que da la impresión de que no están en la Tierra, sino en un planeta con tres soles En estos casos –excepto en Narcos 3- como en The wire, no había necesidad de meter los fuegos artificiales de colores y sonidos, porque las series eran buenas; pero lo hacen igualy al hacerlo, perpetúan la incultura cinematográfica que empareja “calidad” con “colores llamativos y volumen alto”. 

Pero, como decía al principio, lo peor, ocurre en el terreno de las "películas”. Netflix tiene cosas como Death noteNo estoy a gusto en este mundo, o la pieza con la que empezaba el artículo y que me ha servido de inspiración para el título, Soy la bonita criatura que vive en esta casaque no pueden considerarse CINE; deben considerarse batiburrillo de sonidos graves y colores saturados, nada más. 

Nunca debemos olvidar que el CINE es el ARTE de contar historias mediante imágenes en movimiento, utilizando la modificación del punto de vista y la percepción, para crear un lenguaje cinematográfico que nos permita narrar la historia de manera que el espectador entienda en su totalidad el significado, tanto en el aspecto intelectual como en el emocional. ARTE, el cine es ARTE, y ARTE no es solo mezclar bien los colores y ponerles un sonido ensordecedorVan Gogh no es considerado un genio artístico por combinar bien el azul con el amarillo, Van Gogh es considerado un genio artístico porque su combinación de colores y su composición de la escena nos estaban hablando de algo, nos transmitían una información. Pues lo mismo pasa con el CINE: la fotografía, la banda sonora, la iluminación, los colores, el ángulo de cámara, el tipo de plano, los movimientos de cámara, los sonidos… en definitiva, el lenguaje cinematográfico, tienen que ser utilizados para hablar de algo, si no, no valen de nada; si no, son solo adornos, que se utilizan para tapar las deficiencias y distraer -en el sentido más peyorativo de la palabra-; pero la distracción/engaño nunca debe ser el objetivo. El objetivo es contar algo. O por lo menos ese es el objetivo del CINE; lo que no sé, es si ese es el objetivo de Netflix....