domingo, 22 de enero de 2017

Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)







Una obra maestra con todas las letras. Un estilo fluido, dinámico y perpetuo. Un vocabulario enorme, rico original y natural. Todo encaja perfectamente en esta historia fantástica que discurre sin ningún tropiezo, como llevada por una brisa melódica e imperturbable.
· La vegetación fue cada vez más insidiosa y  se hicieron cada vez más lejanos los gritos de los pájaros y la bullaranga de los monos, y el mundo se volvió triste para siempre.
· Era una buena noche de junio, fresca y con luna, y estuvieron despiertos y retozando en la cama hasta el amanecer, indiferentes al viento que pasaba por el dormitorio, cargado con el llanto de los parientes de Prudencio Aguilar.
· Fueron dos novios dichosos entre la muchedumbre, y hasta llegaron a sospechar que el amor podía ser un sentimiento más reposado y profundo que la felicidad desaforada pero momentánea de sus noches secretas.
· Al primer contacto, los huesos de la muchacha parecieron desarticularse con un crujido desordenado como el de un fichero de dominó, y su piel se deshizo en un sudor pálido, y sus ojos se llenaron de lágrimas y todo su cuerpo exhaló un lamento lúgrube y un vago olor de lodo.
· La imagen de Remedios, la hija del corregidor, que por su edad hubiera podido ser hija suya, le quedó doliendo en alguna parte del cuerpo.
· Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre.
· No entendía como podía llegar al extremo de hacer una guerra por cosas que no pueden tocarse con las manos.
· Y entonces sintió la mano sin la venda negra buceando como un molusco ciego entre las algas de su ansiedad
· Quiere decir –sonrió el coronel Aureliano Buendía cuando terminó la lectura- que sólo estamos luchando por el poder.
· En la resaca de un mundo acabado, del cuál sólo quedaba la nostalgia.
· El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.

1 comentario:

  1. "Había tenido que promover 32 guerras y había tenido que violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi 40 años de retraso, los privilegios de la simplicidad"

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