domingo, 5 de febrero de 2023

La dictadura del proletariado



Crítica a "El triángulo de la tristeza" (Ruben Östlund, 2022)

A Ruben Östulund le encanta la sociología, no lo digo yo, lo dice él. Y se nota. Ya en su anterior film "The square"(2017) nos mostraba un retrato quirúrgico y satírico de la élite económica y cultural de las sociedades humanas capitalistas occidentales, las cuales se han apropiado del arte como medio de distinción social para separarse totalmente de la clase trabajadora, de los pobres, a los que antes pertenecía este campo, pero que ahora les es vetado por caro, no por capacidad de entenderlo o hacerlo.

Ya en ese film muestra de manera prístina la estupidez y superficialidad de ese mundo de postureo, posmoderno, líquido como diría Baunman, en el que nada significa nada, solo vale dinero, y cuando vale mucho, entonces se convierte en genialidad, aunque realmente sea una basura. Ese film es magnífico, pero este lo supera. Y mira que era difícil.

En "El triángulo de la tristeza" (2022) la carga satírica nunca descansa, cada minuto del metraje es una maravilla, todo tiene un significado profundo, perfectamente ilustrado y entendible a través de las imágenes que Östulund nos propone. Es un prodigio visual porque es un tratado de sociología y filosofía hecho película, y encima divertida. Toda la absurdez que empapa nuestra sociedad capitalista y su empeño en dividir a la humanidad en clases sociales dominadoras y dominadas, y no seguir los principios de igualdad y derechos humanos para hacer de este mundo algo un poco menos patético, es mostrada de manera excelente, amena y divertida por Östulund. No sobra ni un segundo, ni una imagen, todo encaja perfectamente y tiene su correlato con una idea sociológica, política o filosófica.

Cuanto más pienso en ella, más significados le saco a cada momento. Es para ver varias veces y disfrutarla lentamente y escribir sobre cada fotograma. Por eso mi crítica es toda "spoilers", porque me es imposible no comentar cada detalle del argumento. Es una genialidad.


La dictadura del proletariado

Para todos aquellos que dicen que en la isla Abigail se comporta igual que los ricos del barco, que cuando está en una posición de poder lo ejerce sin escrúpulos y saca provecho de él comportándose como una déspota igual que se comportaban con ella, decirle que están completamente equivocados. Y aquí está la argumentación.

En primer lugar, aclarar que el barco es una metáfora de nuestra sociedad occidental capitalista, con sus clases sociales bien marcadas, con su desigualdad, con los trabajadores explotados manteniendo su funcionamiento para el disfrute de cuatro privilegiados, con la élite económica teniendo el control y el poder y comportándose como les da la gana, con una clase media obediente y servicial que le ríe toda las gracias a los ricos por un poco de calderilla creyendo que algún día serán como ellos pero que se morirán habiendo sido unos explotados más, un barco/sociedad tan inestable que una sola persona de izquierdas de verdad —el capitán—, alguien que no se doblegue a los mandatos de los ricos y que haya leído un par de libros de los que sacar ideas/frases socialistas que remueven conciencias, es capaz de hacerla tambalear y ponerla patas arriba, aunque no de hundirla, hundirla solo se puede mediante la acción revolucionaria —la de los piratas.

Pues bien, aclarado esto, decir que en el barco Abigail y los de su clase trabajan durísimo, podríamos decir que son esclavos, de hecho lo único que los separa de la esclavitud es un pírrico salario que reciben a final de mes, sin embargo, los de la clase superior, los que son déspotas, los que la explotan a ella y a los de su clase —la clase trabajadora, por si no te habías dado cuenta— NO HACEN NADA. La élite económica NO HACE NADA. Solo tiene el dinero, y con ello, los bienes de producción pero NO APORTAN NADA a la sociedad, solo extraen privilegios. El director y guionista lo deja claro ridiculizándolos: uno es rico porque vende mierda —literalmente—, otro es rico porque vende armas y otros son ricos porque son modelos —quien sostiene al mundo de la moda, del que viven los protagonistas guapos Yaya y Carl, son los niños pobres explotados de Bangladesh, China, India, etcétera—. Los que trabajan duro y permiten que esos ricos ganen millones son la clase trabajadora. Los otros NO HACEN NADA.

Ahora nos vamos a la isla. En este nuevo escenario, Abigail está en una posición de poder, PERO, lo está porque ES LA QUE TRABAJA. Es déspota con LOS QUE NO HACEN NADA. Castiga a LOS QUE NO HACEN NADA. ¿Veis la diferencia? Podríamos decir incluso que Abigail LOS ESTÁ EDUCANDO. De hecho, el oligarca ruso es el único que se da cuenta de que lo que hace Abigail es LO JUSTO —quizá es el único que se da cuenta porque es ruso y en su plan de estudios estuvo incluida la asignatura de filosofía y estudió a autores como Marx y Engels—, y de hecho cita una frase de Marx "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades." Si os fijáis un poco más aún, os daréis cuenta de que, en la nueva sociedad formada en la isla, hay una persona discapacitada, a la que Abigail trata bien, ¿por qué? PORQUE NO PUEDE TRABAJAR. Los exricos sí, y hasta que trabajen no serán tratados de manera justa.

Por eso Abigail no es igual que los ricos del barco. Está muy claro.

Una cosa sí es cierta, Abigail se vale de su posición de poder para conseguir pareja, sí, pero es más significativo que la pareja, un hombre, que al principio de la película criticaba la frialdad de las mujeres modelos que utilizan su belleza para tener un marido rico que las cuide, acaba pidiéndole ser pareja estable a una señora de 60 años —Abigail— y dejando a su novia modelo de 20 años, porque la señora LE GARANTIZA PESCADO Y TECHO. La sátira es mayúscula. Las condiciones materiales han cambiado, ahora la belleza y los rolex no valen nada, ahora lo que vale es el pescado. Es genial. La teoría del valor de Marx, la teoría del fetichismo, también de Marx. Todo expuesto magistralmente de manera visual.

Y ahora queda el final. Otra vez hay que señalar que Abigail NO es igual de mala que los ricos del barco y que todos los seres humanos somos iguales, violentos, déspotas, explotadores y demás mamarrachadas que dicen siempre los neoliberales, y que cuando ve que va a perder sus privilegios reacciona con violencia. NO, el final —recordemos que el director y guionista nos ha estado TODO EL RATO citando a Marx, y que hasta el oligarca ruso lo cita al final— hay que entenderlo en clave marxista.

Lo que significa el final es que, aunque tengas el paraíso en la tierra, aunque estés tranquilo en tu pueblo perdido con vacas y gallinas, aunque hayas alcanzado el equilibrio social y una sociedad justa e igualitaria, el capitalismo aparecerá allí donde estés para destruirlo todo, para arrasarlo y dejarte sin nada. (Y quien me tache de exagerado que se vea el documental “La pesadilla de Darwin” (2004), solo por citar uno, el más significativo.)

El final nos cuenta que la gente privilegiada que había sido reeducada, que ahora se comportaba de manera correcta, que trabajaba por su comunidad, que había entendido que sin justicia social y sin aportar todos algo, nada funciona, que la explotación va en contra de los derechos humanos y el privilegio social solo puede existir con esta explotación de unos muchos para el disfrute de unos pocos, lo va a dejar todo y va a volver a su posición aventajada a la primera de cambio. Que no vale —solo— con la educación y conocer la teoría, porque —salvo honradas excepciones— el privilegiado, aunque sepa que está mal lo que hace y lo que disfruta y que es injusto y atroz, si puede, va a volver a explotar a los demás para vivir como un rey. Que el capitalista de la cima de la pirámide social puede parecer tu amigo —las primeras palabras de Yaya a Abigail— pero al final, va a volver a explotarte en cuanto pueda —las últimas palabras de Yaya—. Que al capitalismo —personificado ahora en Yaya— no lo puedes domar, regularizar o socialdemocratizar porque siempre te la mete doblada. Que al capitalismo hay que destruirlo, porque sino, siempre volverá para ejercer su injusticia social.

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