miércoles, 22 de agosto de 2012

Rebelión en la granja. (Gerorge Orwell,1945)




Orwell supo, con genial maestría, criticar de la manera más rotunda y eficiente el totalitarismo y la corrupción del sistema soviético. Aquello que miles de líneas de diálogo y miles de páginas de sesudos y ciclópeos tratados de filosofía política y sociología no habían conseguido, Orwell, disfrazándolo de fábula cómica, lo alcanzó sin hacer ruido. Otro libro imprescindible. Mi selección de frases:

* Estaban todos de acuerdo en que jamás debería vivir allí animal alguno.
* De repente los animales se sintieron presos de una vaga inquietud. “nunca tener trato con los humanos, nunca dedicarse a comerciar, nunca usar dinero”, ¿no fueron esas las primeras resoluciones adoptadas en aquella reunión triunfal después de haber expulsado a Jones?
Y cuando días después, se anunció que los cerdos se levantarían por la mañana una hora más tarde que los demás animales, tampoco hubo queja alguna al respecto…
* ¡Ah, eso es distinto! –gritó Boxer-. Si el camarada Napoleón lo dice, debe ser así.
* Antaño hubo muchas veces escenas de matanzas igualmente terribles, pero a todos le parecía mucho peor la de ahora, por haber sucedido entre ellos mismos.
* Aquellas escenas de terror y matanza no eran lo que ellos soñaron aquella noche cuando el Viejo Mayor, por primera vez, los incitó a rebelarse.
Las raciones fueron nuevamente reducidas para economizar petróleo. Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de peso.
* Napoleón había censurado estas ideas por considerarlas contrarias al espíritu del Animalismo. La verdadera felicidad, dijo él, consistía en trabajar mucho y vivir frugalmente.
De algún modo parecía como si la granja se hubiera enriquecido sin enriquecer a los animales mismos; exceptuando, naturalmente, a los cerdos y los perros.
* Una visión horrible: Era un cerdo caminando sobre sus patas traseras.
El nuevo y único mandamiento decía: Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.
Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.




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