El paraíso parece inalcanzable, sólo queda la nostalgia de haber estado alguna vez cerca de él
El reloj de la iglesia dio las horas, una tras otra, una tras otra, como si se hubiera encogido el tiempo.
El pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír.
El cuerpo de aquella mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra, se desbarataba como si estuviera derritiéndose en un charco de lodo. Yo me sentía nadar entre el sudor que chorreaba de ella y me faltó el aire que se necesita para respirar.
Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón.
Para que sus manos se vieran nuevas, cruzadas sobre su pecho muerto; su viejo pecho amoroso sobre el que dormí en un tiempo y que me dio de comer y que palpitó para arrullar mis sueños.
Después sintió que la cabeza se le clavaba en el vientre. Trató de separar el vientre de su cabeza; de hacer a un lado aquel vientre que le apretaba los ojos y le cortaba la respiración; pero cada vez se volcaba más, como si se hundiera en la noche.
De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo. Y el aire de la vida.
Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras.
Sintió que su mano izquierda, al querer levantarse, caía muerta sobre sus rodillas; pero no hizo caso de eso. Estaba acostumbrado a ver morir cada día alguno de sus pedazos
Todas las interpolaciones que aparecen en el libro son “pensadas” desde los momentos cercanos a la muerte de Pedro Páramo.
La visión eglógica frente a la infernal en Juan Preciado, el amor imposible de alcanzar en Pedro Páramo y el amor frustrado en Susana. En los tres casos se trata del fracaso derivado de la contraposición de lo deseado con lo real. Como una síntesis de la filosofía de la novela, la ruptura de la ilusión.
Juan Preciado es la víctima inocente que representa a un mundo que pudo ser feliz , pero al que la maldad, encarnada sólo en parte por Pedro Páramo, ha convertido en infierno.
Lo único evidente es que Susana ha rechazado ese mundo de Comala, evadiéndose a través de su imaginación, tal vez por recuerdos idealizados.
Pedro Páramo funciona en relación con Comala como un agente exterior que impide su normal desarrollo, que cierra cualquier perspectiva tendente a la consecución de una sociedad próspera y feliz.
Cuando Juan Preciado ha llegado al final del viaje iniciático que le permitirá conocer su propia identidad y comprende que el mundo que ansiaba no existe, simbólicamente, la pérdida de la ilusión le conduce a la muerte.
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