(Toda la crítica es spoiler)
Antes de que aprendiera a pensar en heptápodo B, mis recuerdos crecían como una columna de ceniza de cigarrillo dejada por la franja infinitesimal de combustión que era mi consciencia, que marcaba el presente secuencial. Después de aprender heptápodo B, nuevos recuerdos aparecieron como bloques gigantes, cada uno abarcando años enteros, y aunque no llegaron en orden ni aterrizaron uno junto al otro, pronto compusieron un periodo de cinco décadas. Es el periodo durante el que conozco lo suficiente el heptápodo B para pensar en él, comenzando con mis entrevistas con los heptápodos y terminando con mi muerte. La historia de tu vida (Ted Chiang, 1998)
En el magistral relato de Ted Chiang en el que está basado "La llegada" (Denis Villeneuve, 2016), el escritor lleva a cabo un juego con los tiempos verbales para, de un párrafo a otro, cambiar de presente, a futuro, y a pasado, con gran sencillez y efectismo, dejándonos claro desde el principio que hay una ruptura en el planteamiento temporal del relato.
En La llegada se respeta gran parte de lo escrito por Chiang, pero es en la forma de poner en imágenes esa ruptura del tiempo, en la que se muestra la genialidad de Villeneuve. El director es capaz de transmitirnos esa idea de una manera muy suave y fluida, sin emborronar nuestro entendimiento de la película, y sin que lleguemos al final con la sensación, como se produce en otras cintas, de no haber entendido nada.
Es esa perfecta coordinación de los planos del presente, pasado y futuro, la que nos hace meternos de lleno en la nueva comprensión del tiempo que tiene Louise (Amy Adams) -la lingüista protagonista de la historia- y ser partícipes de ella. A pesar de la complejidad del concepto, lo entendemos todo, al igual que Louise, y eso nos deja, al llegar al final del metraje, una magnífica sensación de novedad y perfección.
Villeneuve nos transforma en Louise, y así cuando ella comienza a “entender”, nosotros también lo hacemos, y por eso finalmente casi nos da ganas –como hace Louise- de agradecérselo a los heptápodos -los extraterrestres que han llegado a la Tierra y con quienes intentan comunicarse los humanos para averiguar el motivo de su presencia-, como si fueran ellos y no el director los que nos hubiesen permitido “ver” el tiempo/la película de esa manera.
Villeneuve nos transforma en Louise, y así cuando ella comienza a “entender”, nosotros también lo hacemos, y por eso finalmente casi nos da ganas –como hace Louise- de agradecérselo a los heptápodos -los extraterrestres que han llegado a la Tierra y con quienes intentan comunicarse los humanos para averiguar el motivo de su presencia-, como si fueran ellos y no el director los que nos hubiesen permitido “ver” el tiempo/la película de esa manera.
En "La llegada", el principio es el final, y el final es el principio, al igual que los signos lingüísticos de los heptápodos, círculos imperfectos y diferentes entre sí que no se rigen por el sentido de lectura secuencial del lenguaje terrestre.
Al aprender este lenguaje, Louise es capaz de percibir la realidad de una manera simultánea, rompiendo la relación causa-efecto del tiempo. Louise puede percibir toda la realidad temporal a la vez: no se anula el concepto de tiempo, pero se percibe de una manera distinta. Esto pone de manifiesto que nuestra realidad no es un término absoluto, si no relativo, y que la manera en el que la entendemos depende de los instrumentos –en este caso el lenguaje- con el que nos aproximemos a ella. En ese sentido, la propia película de Villeneuve es un acercamiento de nosotros mismos a esa nueva realidad-tiempo que descubre Louise, es como si el director nos regalase a nosotros lo que los heptápodos le regalan a Louise.
Al aprender este lenguaje, Louise es capaz de percibir la realidad de una manera simultánea, rompiendo la relación causa-efecto del tiempo. Louise puede percibir toda la realidad temporal a la vez: no se anula el concepto de tiempo, pero se percibe de una manera distinta. Esto pone de manifiesto que nuestra realidad no es un término absoluto, si no relativo, y que la manera en el que la entendemos depende de los instrumentos –en este caso el lenguaje- con el que nos aproximemos a ella. En ese sentido, la propia película de Villeneuve es un acercamiento de nosotros mismos a esa nueva realidad-tiempo que descubre Louise, es como si el director nos regalase a nosotros lo que los heptápodos le regalan a Louise.
"La llegada" se nos aparece disfrazada de un relato de ciencia ficción –que lo es- con acción y suspense. Pero por detrás nos cuela un mensaje muy humanista y de “lección-de-vida”. El comienzo de "La llegada" -al igual que en el relato de Ted Chiang- parecer pasado en un primer momento, pero es futuro. Louise nos está contando (presente) lo que le pasará (futuro), como si ya le hubiese pasado (pasado). Gracias a haber aprendido el lenguaje extraterrestre, ahora todo su tiempo es simultáneo. Louise ya sabe que, si le dice “sí” a su pareja, Ian (Jeremy Renner), tendrá una hija que morirá, pero, aun así, decide vivir esa vida.
Esta segunda línea argumental, la del drama psicológico, queda prácticamente solapada por la primera, la de la evitación de un conflicto internacional –que no ocurre en el relato original-, pero es de una gran importancia a nivel temático.
En el escrito de Chiang, Louise se pregunta: “Desde el comienzo sabía cuál era mi destino, y elegí mi camino de acuerdo con él. Pero, ¿estoy viajando hacia un extremo de alegría, o de dolor?”. Con la elección de vivir una vida en la que ya sabe que va a suceder un suceso trágico, Louise nos manda el mensaje de que en la vida va a haber dolor, siempre, es inevitable; pero el viaje es tan formidable, que vale la pena vivirlo. Louise, a la vez que ha aprendido el lenguaje de los heptápodos –o quién sabe si derivado de él-, también ha asimilado que la experiencia vital es lo valioso, y que esto sobrepasa con creces todo lo que pueda suceder, sea bueno o malo.
El dolor no se puede anular, y no por haber dolor tenemos que dejar de vivir el resto de las cosas. Ese mensaje queda en un –aparente- segundo plano, pero sin duda es lo que eleva la película a un nivel de calidad cinematográfica y narrativa superior.
Esta segunda línea argumental, la del drama psicológico, queda prácticamente solapada por la primera, la de la evitación de un conflicto internacional –que no ocurre en el relato original-, pero es de una gran importancia a nivel temático.
En el escrito de Chiang, Louise se pregunta: “Desde el comienzo sabía cuál era mi destino, y elegí mi camino de acuerdo con él. Pero, ¿estoy viajando hacia un extremo de alegría, o de dolor?”. Con la elección de vivir una vida en la que ya sabe que va a suceder un suceso trágico, Louise nos manda el mensaje de que en la vida va a haber dolor, siempre, es inevitable; pero el viaje es tan formidable, que vale la pena vivirlo. Louise, a la vez que ha aprendido el lenguaje de los heptápodos –o quién sabe si derivado de él-, también ha asimilado que la experiencia vital es lo valioso, y que esto sobrepasa con creces todo lo que pueda suceder, sea bueno o malo.
El dolor no se puede anular, y no por haber dolor tenemos que dejar de vivir el resto de las cosas. Ese mensaje queda en un –aparente- segundo plano, pero sin duda es lo que eleva la película a un nivel de calidad cinematográfica y narrativa superior.
Por otra parte, otro gran valor de "La llegada" reside en que, a diferencia de la mayoría de la producción cinematográfica actual, el espectador se hace muy partícipe de lo que ocurre en la película.
Esto es así hasta el punto de que llevamos a cabo un cuestionamiento sobre nuestra mirada, sobre cómo construye el mundo a través de ella, sobre el poder de manipulación del lenguaje, de la información, y de la comunicación.
Villeneuve entiende que su película, sus imágenes, al igual que el lenguaje de los heptápodos, están también enseñando al espectador una manera de “entender” el mundo, porque, en el fondo, la imagen también es información, también es lenguaje.
Esto es así hasta el punto de que llevamos a cabo un cuestionamiento sobre nuestra mirada, sobre cómo construye el mundo a través de ella, sobre el poder de manipulación del lenguaje, de la información, y de la comunicación.
Villeneuve entiende que su película, sus imágenes, al igual que el lenguaje de los heptápodos, están también enseñando al espectador una manera de “entender” el mundo, porque, en el fondo, la imagen también es información, también es lenguaje.
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