Como instrumento, la educación sirve para tener y perpetuar un poder y, como proyección humana, la educación sirve para ayudar a construir personas capaces de transformar el presente y contribuir a un mundo mejor.
El ser humano es dúctil y maleable por las características propias de un cerebro complejo que requiere mucho tiempo para desarrollarse, resulta ser fácilmente manipulable ya que su paulatina ocnstrucción y desarrollo se encuentran condicionados a los datos, experiencias y vivencias que asimilan y elaboran a lo largo de una larga infancia y adolescencia.
Las ideas y conocimientos humanos quedaron enlatados en determinados centros del saber a los cuales únicamente tenían acceso unos pocos, los cuales eran conscientes de su privilegio y de que por ese motivo podían ejercer poder sobre los demás.
Conseguir que las mentes se nutran del pasado, se desarrollen progresivamente, se autogobiernen y dirijan hacia sus propios objetivos consiguiendo el desarrollo de una sensibilidad humana y social, de una amplia creatividad que pueda favorecer a la calidad de la vida, así como la asunción de una escala de valores humanos que haga de las nuevas generaciones seres más aptos para conseguir la felicidad personal y universal.
La escuela actual no pretende en absoluto educar a su ciudadanía sino adiestrar, someter y preparar personas útiles para un sistema económica de radical capitalismo, fuertemente competitivo y por ello, intensamente agresivo.
Esta escuela alienante genera cerebros inmaduros, deseducados que pasan por la vida comiendo hamburguesas, tragando televisión, pateando balones —o
—viviendo de la explotación de otros y evadiéndose de esta lamentable vida con cualquier tipo de droga que por cierto tiempo les haga salir de esta decadente realidad.La escuela padeció una gran ambivalencia que generó un vacío de valores pero asumió sin paliativos la competitividad como eje primordial de su sistema.
Aprobar exámenes e ir a realizar una carrera que tuviese una salida fácil acabó siendo la finalidad de la educación. La persona y su formación desaparecían del espectro social.
Los jóvenes de estas generaciones poseen una tipología evidente: son ignorantes ideológicamente, piensan que la libertad es conseguir un placer inmediato constantemente, se niegan al esfuerzo porque se les ha educado en una cultura del consumo, el capricho, la banalidad, la superficialidad, la competitividad, la volencia aceptada en los deportes de masas, el egoísmo y el valor del dinero.
Los conocimientos que se transmiten son vistos como elementos de promoción social.
Educar para la libertad supone una vía de acceso al reencuentro del ser humano consigo mismo, con sus peculiaridades racionales, con su capacidad creativa, con el placer de vivir.
La escuela de libertad es la escuela de la vida.
La competitividad favorece la agresividad y la violencia entre iguales.
La educación es un arma cargada de futuro, y ese futuro dependerá de cómo realicemos el presente.
Los sistemas educativos producidos por las jerarquías no desean permitir a la ciudadanía su cuestionamiento y por ello deben ahogar ese instinto de libertad.
Liberad la acción política de toda forma de paranoia unitaria y totalizante —Foucault
No os enamoréis del poder. —Foucault.
Un una sociedad capitalista como la nuestra, la escuela es un instrumento de control que prepara las mentes para amar el poder, acatarlo, ejercerlo y transmitirlo de generación en generación.
Crear, inventar e imaginar pueden ser las únicas salidas válidas a este mundo estructurado, lineal, repetitivo, robotizado, alienado y simple.
No ha sido una represión, sino un exterminio de las ideas.
Si las mentes no cambian, la realidad no puede variar.
Educar y culturizar para luego transformar la realidad social.
Un exceso en facilitar la libertad lo que crea son personas hedonistas, egoístas y bastante influenciables a la estructura establecida, amantes de SU libertad, pero que desestimaban o ignoraban la libertad de los demás.
El mundo en el que vivimos no es feliz, no es igualitario y no facilita para nada la libertad.
Unida a la igualdad tenía que ir ejerciéndose la ayuda mutua y la solidaridad, dos actitudes que se encaminaban directamente a disminuir el egoísmo y el egocentrismo humano.
La libertad es antitética de un orden rígido, de un ausencia de conflicto.
Una escuela debe ser algo dinámico que evoluciona constantemente en busca de una vida mejor no para “mí” sino una vida mejor para el grupo humano. El bien universal debe ser siempre el objetivo último.
Sin error no hay libertad, sin reconocimiento del error no hay evolución.
jueves, 22 de septiembre de 2022
PAIDEIA, 25 años de educación libertaria (Josefa Martín Luengo)
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