- El color de todo aquello removía en él algo olvidado hacía tiempo. 
- Él pensaba que en la historia del mundo tal vez incluso había más castigo que crimen, pero ese era un vago consuelo. 
- Dicen que las mujeres sueñan con el peligro que acecha a sus seres queridos y que los hombres sueñan con el peligro que corren ellos mismos. Pero yo no sueño nada. 
- Hablaba en una negrura sin profundidad ni dimensiones. 
- Una música amorfa para la próxima era. O quizá la última música en la Tierra, surgida de las cenizas de su devastación. 
- Parecía algo salido de un campo de exterminio. Famélico, extenuado, enfermo de miedo. 
- Un camino largo con hierba muerta. 
- Sueños suntuosos de los que aborrecía despertar. Cosas que el mundo ya no conocía. 
- El cielo del mediodía negro como las bodegas del infierno. 
- Una tierra destripada y erosionada y árida. Huesos de seres muertos desparramados en los aguazales. Basurales de desperdicios anónimos. 
- Las olas encrespadas rompiendo opacas y plomizas y su sonido en la distancia. Como la desolación de un mar extraño rompiendo en las playas de un mundo inaudito. 
- Te llevo en mi corazón, como te he llevado siempre. Eres el mejor que conozco. Siempre los has sido. 
- Olían a musgo en las manos. Se retorcían, bruñidas y musculosas. En sus lomos había dibujos vermiformes que eran mapas del mundo en su devenir. Mapas y laberintos de una cosa que no tenía vuelta atrás. 
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