sábado, 9 de enero de 2021

Castillos de cartón (Almudena Grandes, 2004)




  • Era el único de todos nosotros que había llegado, el único entre aquellos principiantes que estaba destinado a ser un pintor grande. Pero murió a destiempo, porque le costaba demasiado trabajo vivir.
  • La vida era solamente eso, fumar, y beber, y reírme con Jaime y con Marcos, desde siempre, para siempre, y cualquier otra cosa era un simulacro inaceptable de la vida.
  • Ninguna venganza es más temible que la ruina de los débiles.
  • Mi vida ya no era otra cosa que puro trabajo, un feo simulacro de vida, y seguí trabajando hasta que pude extirpar su recuerdo, hasta que logré avergonzarme de ellos, de mí misma, de todo lo que amó mi corazón.
  • Cuando salí, había echado a perder mi maquillaje, pero había recuperado la memoria, el recuerdo de otra vida mejor y verdadera, una cama grande, un balcón soleado, el olor del aguarrás y de tres cuerpos sudorosos, el humo del hachís, el ruido de los besos, y de la risa.
  • Fue demasiado amor. Y luego, nada.

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