sábado, 9 de enero de 2021

Aprendizaje e instrucción (Richard E. Mayer, 2010)




La resolución de problemas matemáticos depende de entrelazar cuidadosamente estos cuatro procesos cognitivos: Traducción del problema, Integración del problema, Planificación y supervisión de la solución, ejecución de la solución.
Las diferentes palabras que se emplean para contar en inglés y en chino, coreano o japonés tienen influencia sobre el aprendizaje de las matemáticas por los niños.
Las habilidades verbales subyacen al éxito en las matemáticas.
Los problemas de matemáticas se aprenden a resolver incidiendo en la adquisición de conocimientos esquemáticos, lingüísticos o fácticos.
Aprendizaje generativo: los alumnos aprenden mejor cuando construyen activamente su propio conocimiento, en lugar de recibir pasivamente la información.
Instrucción contextualizada: los alumnos aprenden mejor cuando los contenidos se les presentan en una situación interesante, en lugar de cómo problemas aislados.
Aprendizaje cooperativo: los alumnos aprenden mejor cuando se comunican sobre el problema en grupos, en lugar de trabajar individualmente.
Los errores conceptuales de los alumnos se reducen si se discuten mediante experimentos sobre modelos concretos.
La intensificación de la conexión mediante experiencias agradables (en el aprendizaje) parece ser más universal, inevitable y directa que el debilitamiento de la conexión por las consecuencias desagradables.
Las técnicas de “tiempo fuera” o de “coste de respuesta” (retiro de un estímulo agradable) resultan más útiles para el aprendizaje que los castigos tradicionales.
Los niños deben saber qué se espera de ellos.
Deben primar los premios sobre los castigos, y en el caso de tener que recurrir a ellos, el “tiempo fuera” y el “coste de respuesta” son los más efectivos.
Los alumnos que más mejoran son los que ofrecen explicaciones a los demás.
El aprendizaje es mayor cuando ambos, profesor y alumnos interactúan en el proceso de enseñanza.
Motivación por el aprendizaje: interés, autoeficacia (sentirse capaz), atribución (tener el control, esfuerzo de fracaso y éxito), orientación de metas (querer comprender la materia).
Motivación intrínseca proviene del propio alumno, la motivación extrínseca proviene de recompensas. Siempre es mejor la motivación intrínseca.
El interés cognitivo consiste en el estado afectivo que surge al ser capaz de entender el contenido de una materia.
El sentimiento de autoeficacia para realizar una determinada tarea influye y está influido por el rendimiento del alumno en ella.
Lo que afecta a la autoeficacia es la interpretación que hacen los estudiantes sobre su rendimiento, más que la información que reciban sobre éste.
Los alumnos se esfuerzan más y durante más tiempo si se consideran capaces de realizar una tarea que si se sienten incapaces.
Cuando las personas esperan hacer algo bien, se esfuerzan más, perseveran más tiempo y rinden más.
No se debe mostrar a un alumno cómo resolver un problema si este no lo solicita, porque se le manda el mensaje de que es incapaz y bajará su rendimiento futuro.
Los estudiantes que creen que tienen el control sobre su propio aprendizaje tienen más posibilidades de alcanzar niveles más elevados que aquellos que no perciben ese control.
Meta de competencia: entender la materia, mejorar la propia capacidad; Meta de rendimiento-aproximación: obtener las mejores notas, obtener juicios positivos; Meta de rendimiento-evitación: no sacar las notas más bajas, evitar juicios negativos.
Los mejores resultados se obtienen bajo metas de competencia y de rendimiento-aproximación.
Los estudiantes orientados con metas de rendimiento-aproximación son los que sacan las mejores notas, aunque no los que más aprenden.

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