lunes, 1 de enero de 2024

Criar a un ser humano para un mundo de lobos


(Capítulo 9 del libro "Lo que dice la ciencia sobre educacion y crianza")



La gran pregunta
Es inevitable que en algún momento de la crianza de un hijo nos planteemos si estamos haciendo lo correcto, si criar a un poeta para un mundo dominado por hienas no va a hacer que viva toda su vida sufriendo, si debemos criar a un ser humano racional y compasivo para que viva en una sociedad en la que solo se buscan robots automatizados para que la maquinaria siga girando, en la que se mide la valía de una persona por el dinero que gana y los bienes que posee, en la que las humanidades quieren ser erradicadas porque no son necesarias para crear hormiguitas que trabajen en las cadenas de producción, en la que el amor ha sido sustituido por el sexo, en la que se valora más a un tipo que le pega patadas a un balón que a uno que descubre la vacuna del sida… Si no estaremos creando a un ser destinado a ser un eterno outsider, a no encajar, a ser condenado al ostracismo, con todas las consecuencias negativas que eso conllevará para su psicología.
Es inevitable que lo pensemos. En la sociedad de hoy en día no hay sitio para lo racional ni para lo emotivo, incluso me atrevo a decir que no hay sitio para la inteligencia. No hay espacio para el amor ni para las relaciones sociales sinceras.
Lo que se premia es el egoísmo, el narcisismo, el consumismo descontrolado, el triunfar a toda costa sin importar los medios utilizados (entendiendo por triunfar tener un coche más grande, no ganar un Premio Nobel). Por lo tanto, será muy fácil dejarse llevar por la corriente en la que la competición infinita y sin sentido, el self y los selfis, el estilo de educación donde el egoísmo, el individualismo, la obsesión por el éxito sin tener en cuenta cómo se consigue, el materialismo, el consumismo y el narcisismo son los ejes directores. Lo cual, como hemos visto a lo largo de este libro, lo único que crea es seres desequilibrados e infelices que ocasionan multitud de problemas a sus familias, a sus amigos, a sus parejas y a ellos mismos.
Es inevitable que pensemos: ¿realmente merece la pena?, ¿no será mejor criar a un sociópata narcisista?, ¿educarlo para que tenga amor al dinero y al egoísmo?, ¿para que aprenda a obedecer sin rechistar y no a razonar?, ¿que solo busque la productividad y se deje de filosofar?, ¿que prefiera comprar y tener antes que aprender?
Pero, como otras veces en las que el modelo neoliberal nos ha engañado, esto sería un error, y lo sería porque, como seguramente hemos podido experimentar en nosotros mismos, tener un televisor más grande que el del vecino, el consumismo de miles de cachivaches inútiles o el operarnos para parecer más jóvenes no nos da la felicidad. Como cualquier otra droga, estas conductas, como mucho, nos proporcionan un pico de alegría similar –incluso en el plano fisiológico– al que nos suministra el consumir una cucharada de azúcar. Ese momento es transitorio, es un átomo puntual de tiempo, y precisamente por eso nos hace adictos a esas pequeñas dosis que se disuelven rápidamente: likes, retuits, titulares de noticias, trending topics, primas económicas, elogios desproporcionados, etcétera. Todo eso no puede ser el objetivo último de la acción, porque no proporciona un estado de bienestar psicológico estable a largo plazo, es tan solo una ilusión, una zanahoria inalcanzable que siempre se escapa. Y creo que estamos todos de acuerdo en que eso no es lo que queremos para nuestros hijos.

Lo que aporta el método cognitivo-emocional
Un niño o una niña educado con el método cognitivo-emocional descrito en este libro será un niño o una niña:
• Con una gran seguridad y estabilidad emocional.
• Con una autoestima segura y verdadera.
• Capaz de afrontar los problemas y las dificultades que le surjan en su devenir vital.
• Coherente, preparado para entender su mundo de una manera racional y crítica y, por lo tanto, capaz de optimizarlo.
• Que no acatará las normas si no son justas, si no son lógicas o si no tienen razón de ser.
• Que se rebelará ante la falta de libertad y ante la imposición por la fuerza, ante la violencia y la injusticia.
• Que hará frente a la agresión a los derechos humanos.
• Que será empático, generoso y prestará ayuda y colaboración a los necesitados.
• Que no será egoísta, materialista ni un consumista descontrolado.
• Que tendrá sensibilidad artística.
• Que tendrá conciencia ecológica y cuidará de su entorno.
• Motivado por realizar actividades y logros, pero que no aplastará al prójimo ni trampeará para conseguirlos.
• Con pasión por el aprendizaje y a quien, para ello, no le importará salir de su zona de confort. 
• Que no tendrá miedo ante los cambios ni ante las novedades.
• Que ante los problemas verá oportunidades y retos y sabrá aprovecharlos.
• Que sentirá profundamente los choques emocionales que sufra, pero que no se hundirá, sabrá levantarse y seguir adelante.
• Que será compasivo. Que sabrá apreciar las pequeñas cosas buenas de la vida, la magia de los pequeños momentos.
• En definitiva, será un ser humano completo, que estará vivo y viviendo.


La importancia de la estabilidad emocional
Un niño o niña estable emocionalmente será un niño o niña con la cabeza despejada, que podrá disponer de todos los recursos intelectuales de los que disponga para afrontar los retos que tenga en su vida. Será feliz, tendrá una autoestima sólida y segura, será optimista y realista. Su capacidad de razonamiento no se verá bloqueada ni obnubilada por ningún recuerdo traumático, por ningún conflicto no resuelto, por ningún complejo, por ninguna fobia oculta ni por ninguna emoción atrincherada en su intelecto… Y eso es contar con un set de herramientas monumental para afrontar la vida.
Un cerebro libre y siempre limpio de cualquier porquería que pueda atascar el fluir de los pensamientos, ideas y razonamientos. Un campo de hierba llano y fresco por el que poder correr a toda velocidad sin que el barro de los conflictos psicológicos atasque sus zapatos.
Al educar a nuestros hijos siguiendo el método cognitivo-emocional estaremos construyendo para ellos, para siempre, un colchón enorme que amortiguará todas las caídas que puedan sufrir en su vida. Da igual que los echen del trabajo, que suspendan un examen, que se rompa su relación sentimental, que se vaya al traste un proyecto profesional… Siempre caerán sobre blando. Y al ocurrirles un revés de ese tipo –que ocurrirá, estadísticamente es imposible que no ocurra, tenemos que aceptarlo cuanto antes, la vida es así, no existe la perfección eterna, solo momentos buenos y momentos malos–, aunque les haga daño, no los destrozará, con lo que les permitirá seguir adelante.
Al educar a nuestros hijos siguiendo el método cognitivo-emocional les habremos proporcionado para siempre un traje espacial de plástico de burbujas que les permitirá recibir golpes sin que les afecten, que los protegerá de la violencia de la sociedad –y de los seres humanos que la habitan–, manteniéndolos siempre en equilibrio, sin que se perturbe su estabilidad.
Al educar a nuestros hijos siguiendo el método cognitivo-emocional, estos poseerán para siempre un reducto psicológico en el que aislarse de todo el bullicio mundanal, una especie de habitación acorazada situada en un universo paralelo a la que nadie puede acceder y en la que podrán refugiarse para pensar tranquilamente, sin el influjo del exterior. En esta habitación tomarán sus decisiones, desarrollarán sus habilidades sociales, resolverán sus conflictos personales, encontrarán las soluciones a todas las vicisitudes que se les presenten en la vida, apaciguarán su ira, sopesarán los costes y los beneficios de su conducta, meditarán, guardarán botecitos llenos de amor, afecto, cariño, abrazos, justicia y buenos recuerdos, soñarán, plantearán sus objetivos vitales, reflexionarán sobre lo que ocurre en su entorno y separarán lo trivial de lo verdaderamente importante.
Estos tres tesoros se los proporcionaremos a nuestros hijos al educarlos según el método cognitivo-emocional. Surgirán de la nada de manera natural, solo tenemos que hacer lo correcto.
Por lo tanto, aunque de vez en cuando dudemos, aunque nos parezca que no habrá sitio para ellos en este mundo extraño, quitémonos eso de la cabeza porque, aunque es cierto que un niño o una niña inteligente, racional, emocionalmente estable, comprensivo, creativo, empático, solidario, crítico y compasivo no encajará fácilmente en esta sociedad despiadada, atroz y selvática que hemos creado, debemos tener por seguro que encontrará el modo de adaptarse perfectamente a ella. Porque al educarlo según este método le habremos proporcionado las claves para afrontarla, tomar las riendas y, por supuesto, si se da el caso y las circunstancias históricas adecuadas, transformarla. 


1 comentario:

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