Sin duda, el mejor libro para escribir un libro...
Si la posibilidad de poder enseñar a escribir genera dudas, imaginen si lo que se plantea es enseñar a ser escritor. Gardner, en Para ser novelista, se atreve a hablar de aquello que se debe tener para llegar a ser un escritor. Desde la necesidad de autocuestionarse siempre, condensada en esa pregunta que muchos aspirantes tarde o temprano, plantean a sus maestros: ¿valgo para esto?, Gardner da pistas, reflexiona sobre el modo de vivir de los escritores, su forma de relacionarse con la realidad; las maneras de afrontar la escritura, el significado que puede tomar esta dentro de la vida cotidiana para el artista, etc. “Escribir novela”, según él, “es una alternativa a la vida ordinaria”. Una alternativa exigente, sacrificada, y feliz.
- Cuando
llevamos leídas cinco palabras de la primera página de una buena novela, nos
olvidamos de que estamos leyendo palabras impresas en una página y comenzamos a
ver imágenes: un perro husmeando entre cubos de basura, un avión volando en
círculo sobre las montañas de Alaska, una señora mayor lamiendo furtivamente su
servilleta en una fiesta… Nos deslizamos en un sueño y olvidamos la habitación
en que nos encontramos o que es hora de comer o de ir al trabajo. Reproducimos,
con mínimos cambios y nimios en su mayor parte, el sueño vívido y continuo que
el escritor forjó en su imaginación (revisándolo una y otra vez hasta que
consigue plasmarlo con exactitud) y encerró en el lenguaje para que otras
personas pudieran abrir su libro y volver a tener ese sueño siempre que
quisieran. Para que el sueño sea vívido, las señales del lenguaje del escritor
–las palabras, los ritmos, las metáforas y demás– han de ser nítidas y
suficientes; si son vagas, descuidadas, confusas, o si no bastan para hacemos
ver claramente lo que se nos presenta, nuestro sueño será nebuloso,
desconcertante, y acabará molestándonos y aburriéndonos. Y si el sueño tiene
que ser continuo, tenemos que poder leerlo con atención y no vernos obligados a
releer las palabras impresas porque el lenguaje empleado nos distrae.
- El ritmo de
las frases se adecua a lo que dice.
- Al escritor
con sensibilidad para el lenguaje le fascina el lenguaje.
- El interés
solo en el lenguaje te resta carácter y personalidad.
- Dos cosas
son importantes, argumento e historia
- El lenguaje
debe estar subordinado a los personajes.
- Escribir de
manera expresiva, con pasión trasmitida a través de los personajes.
- Conseguir
escribir exactamente lo que se pretende decir ayuda a descubrir lo que se
pretende decir.
- Las imágenes deben ser vívidas, de gran vigor y riqueza.
- Conseguir
una visión propia de las cosas.
- El escritor
tiene que aprender a salirse de sí mismo.
- Tiene que se
capaz de dar a conocer de forma precisa y convincente cómo ve el mundo un niño,
una joven, un asesino o el gobernador de Utah.
- Introducirse
en la mente de los animales.
- Crear un
sueño vívido a través de los detalles descriptivos. (el sueño de la ficción.)
- Cuánta más
abstracción, menos vívido es el sueño del lector, lo que implica que hay que
usar muchos detalles.
- Emoción en
forma de acción, diálogo o entorno.
- Todo niño
sabe por intuición cuáles son los requisitos de las buenas historias.
- Lo
importante no es el tema, sino cómo lo viven los personajes.
- Escribir,
escribir, escribir.
- Leer
observando cómo hacen los buenos para crear “el sueño”.
- El primer
requisito de la buena narrativa es contar una historia.
- Un personaje
quiere algo, lo persigue a pesar de la oposición que encuentre (incluyendo sus
propias dudas): gana, pierde o se inhibe.
- Si el
escritor entiende que las historias son ante todo eso, historias, y que el
mérito de las mejores es dar origen a un sueño vívido y continuo, raro será que
no se interese por la técnica, ya que la mala técnica es lo que más rompe la
continuidad e impide que dicha ilusión se desarrolle.
- Los
argumentos cuyo punto de partida sea El personaje y su conflicto serán siempre
más interesantes.
- Hay que
estar un poco loco para escribir una gran novela.
- Hay que
estar dispuesto a permitir que las partes más oscuras, remotas y secretas de
uno mismo se impongan alguna que otra vez.
- Los
novelistas son personas que en la infancia, en momentos de pesadumbre, aprenden
a encerrarse en sus fantasías o a buscar consuelo en la voz de algún escritor
en lugar de recurrir a quienes tienen a su alrededor
- Si el
escritor carece de determinación, nunca llegará a serlo.
- Y es el mero
acto de escribir, más que ninguna otra cosa, lo que hace al escritor.
- Así pues, la
primera ventaja de los talleres de literatura es que en ellos el joven escritor
no sólo deja de creerse anormal, sino que se siente virtuoso.
- Hasta un mal
taller sirve de algo.
- Es fácil que
crea que sus frases dicen más de lo que en realidad expresan
- Nuestros
criterios estéticos son en buena medida proyecciones de nuestra personalidad,
nuestra coraza protectora, o de nuestras ilusiones con respecto al mundo.
- Es el
proceso lo que el joven escritor tiene que aprender: los problemas de las
novelas, a diferencia de los de álgebra, pueden tener varias soluciones
- Los
novelistas se exigen por norma.
- Lo que mejor
resultado da, creo yo, es buscar el contacto con otros escritores.
- Tampoco
puedo trabajar en una novela si no tengo largos ratos para escribir —lo ideal
para mí son quince horas sin parar—.
- Cuando está
inspirado, el sueño surge lleno de vida: el escritor se olvida de las palabras
que ha escrito y ve a sus personajes moviéndose por sus habitaciones. El mundo del
maestro y el bullir del lenguaje irrumpen en la mente de uno para liberar su
anquilosada capacidad de soñar y de jugar con las palabras
- La elección
de una palabra condiciona la de las siguientes.
- Es mediante
el proceso de escribir y reescribir como se les confiere originalidad y
profundidad.
- Todo
acontecimiento debe tener su causa en el que lo precede.
- Hay que
explicar los motivos de los personajes mediante la acción y no ponerlos
meramente en boca de alguien.
- Cuando se va
a escribir una novela, hay que comenzar por elaborar un plan: un esquema
detallado del argumento, notas sobre los personajes y los ambientes, sobre
incidentes de especial importancia y sus repercusiones en el significado.
- Si consigue
evocar a voluntad el sueño vívido y continuo que genera la obra literaria, si
tiene la generosidad de tratar con consideración a los personajes imaginarios y
al lector, si han sabido conservar las virtudes de la infancia, y no se contenta
uno con obtener resultados claramente inferiores a los de la literatura que
admira, la novela que escriba, tras las necesarias revisiones, será de las que
se puede estar orgulloso, de las que sin duda alguien, tarde o temprano, se
alegrará de publicar.
- Pero en el
caso del joven novelista, el agente es indispensable.
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