- Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le
ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. Simplemente porque estaba allí y
escuchaba con toda su atención y toda simpatía.
- Nunca se ha de pensar en
toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente,
en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el
siguiente.
- El
propósito de ahorrar tiempo de ahora en adelante, para poder empezar otra clase
de vida en algún momento del futuro, se había clavado en su alma como un
anzuelo.
- Cada vez se volvía más nervioso e
intranquilo, porque ocurría una cosa curiosa: de todo el tiempo que ahorraba no
le quedaba nunca nada. Desaparecía de modo misterioso y ya no estaba.
- El
mensaje era que los ahorradores de tiempo viven mejor.
- Diariamente se explicaba por radio y tv las
ventajas de nuevos inventos que ahorraban tiempo, que, un día, regalarían a los
hombres la libertad para la vida.
- Es cierto que los ahorradores de tiempo
iban mejor vestidos que los que vivían cerca del viejo anfiteatro. Ganaban más
dinero y podían gastar más. Pero también tenían caras desagradables, cansadas o
amargadas y ojos antipáticos.
- El soñar se consideraba entre ellos casi un
crimen. Pero lo que más les costaba soportar era el silencio. Porque en el
silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba
ocurriendo con su vida.
- Nadie se daba cuenta de que al ahorrar
tiempo, en realidad ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su
vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría.
- Eso
no son casas, son almacenes de gente.
- -Es
que a ti no te quiere nadie? -preguntó Momo con un susurro al hombre gris…
- Esa
niñita depende de sus amigos. Le gusta regalar su tiempo a los demás. Pero
pensemos, por un momento, ¿qué ocurriría si ya no hubiera nadie con quien
pudiera compartir su tiempo?
- Si los hombres supieran lo que es la muerte
ya no le tendrían miedo. Y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles,
nunca más, el tiempo de su vida. (Meterles el miedo a la muerte es una táctica
perfecta para poderles robar el tiempo.) Yo se lo digo con cada hora que les
adjudico, pero creo que no quieren escucharlo. Prefieren creer a aquellos que
les dan miedo.
- Apareció
un gran artículo sobre Gigi “el último narrador auténtico”.
- Lo
único que todavía sabían hacer era meter ruido, pero ya no era un ruido alegre,
sino uno enfadado e iracundo.
- No se les puede hacer ningún reproche a los
padres, porque la vida moderna no les deja tiempo para cuidar suficientemente
de sus hijos.
- Estás sola querida niña. Ya no hay nadie
con quien puedas compartir tu tiempo. Todo eso lo planeamos nosotros. Ya ves lo
poderoso que somos. No vale la pena resistirse a nosotros. Estás segregada de
todos los demás hombres. Esas horas de soledad te aplastarán.
- De
repente ya no tenían ninguna prisa, y no podía explicarse por qué se sentían
tan consolados y llenos de esperanza.
- En
la gran ciudad se veía lo que hacía tiempo que ya no se había visto: los niños
jugaban en el medio de la calle.
- Los trabajadores tenían tiempo para
trabajar con tranquilidad y amor por su trabajo, porque ya no importaba hacer
el mayor número de cosas en el menor tiempo posible para ganar más dinero. Todos
podían dedicar a cualquier cosa todo el tiempo que necesitaban o querían,
porque volvía a haberlo en cantidad.
- Habrá
sido por el frío de los hombres grises, dijo el maestro hora a Casiopea…
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