En 1925, en medio de una prosperidad económica sin precedentes en los EEUU, F. Scott Fitzgerald publica esta maravilla de novela. Tengo que decir que no soy objetivo, pues es una de mis favoritas. La melancolía y honestidad que está por debajo de toda esa arrogancia, felicidad y poderío que aparenta Gatsby, dota a la historia de una realidad que conmueve, que penetra en tu interior y permanece. Nick le grita a Gatsby "tú vales más que todos ellos", cuando vislumbra la verdadera realidad del mundo en el que viven -en el que vivimos-, cuando se da cuenta de que es muy difícil caminar, con la pesada carga de un corazón, sobre el fango de la enorme y gran pocilga del mundo. Unas frases...
· Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien, ten presente que no todo el mundo ha tenido tus mismas oportunidades.
· Sin embargo, sabía que Tom iría siempre flotando, buscando, con triste anhelo, la dramática turbulencia irrecuperable de un partido de fútbol.
· En el encantador crepúsculo metropolitano, sentía a veces una obsesionante soledad, y la sentía también en otros pobres empleadillos que pasaban el rato frente a los escaparate, esperando la hora de una solitaria cena en un restaurante; empleadillos ociosos en el crepúsculo, que desperdiciaban los más conmovedores instantes de la noche y de la vida.
· Todos creemos que, como mínimo, poseemos una virtud capital; la mía ésta: soy una de las pocas personas honradas que he conocido.
· No existe fuego ni lozanía capaz de desafiar a lo que un hombre es capaz de almacenar en su fantasmal corazón.
· Su imaginación jamás les aceptó como padres. La verdad es que Jay Gatsby, de West Egg, Long Island, nació de su platónica concepción de sí mismo.
· Estaba atemorizada por West Egg, este lugar sin precedentes que Broadway engendrara en un pueblecito de pescadores de Long Island; atemorizada por el crudo vigor que se agitaba bajo los viejos eufemismos, y por el absurdo destino que llevaba en manada a sus habitantes, de la nada a la nada, por un corto atajo. En la misma sencillez que no lograba entender, vio algo horrible.
· Permaneció callado un momento; crujieron, bajo sus pies, los guijarros de la alameda.
· Yo no le pediría demasiado –me atreví a insinuarle-. El pasado no puede volver.
· Habló largo rato sobre el pasado, y comprendí que quería recuperar algo, quizás una idea de sí mismo que se transfirió a su amor por Daisy. Desde entonces su vida fue confusa y desordenada, pero si una vez, sólo una vez, lograra regresar a determinado punto de partida y repetirlo todo lentamente, sabría qué era lo que buscaba…
· “Por un instante –siguió- una frase intentó adquirir forma; mis labios se entreabrieron esforzándose como los de un mudo, como si en ellos hubiera más violencia que la de una ráfaga huracanada. Pero no exhalaron el menor sonido y lo que estuve a punto de decir se perdió para siempre”.
· Había descubierto que Myrtle tenía otra vida, lejos de él, en otro mundo, y la conmoción le había enfermado físicamente.
· Treinta años… Promesa de una década de soledad, una lista más reducida de amigos solteros, una cartera cada vez más delgada, indicios de calvicie… Pero Jordan estaba a mi lado.
· Probablemente se había propuesto tomar lo que pudiera y largarse, pero se encontró con que se había entregado a algo sublime. Sabía que Daisy era extraordinaria, pero no se había dado cuenta de lo muy extraordinaria que puede ser una muchacha decente.
· ¡Son una asquerosa gentuza! –le grité a través del parque-. ¡Tú vales más que todos ellos juntos!
· Ese es mi Oeste; no el trigo, las praderas o las perdidas ciudades secas, sino los emocionantes trenes de regreso de mi juventud…
· Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros… Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más de prisa, abriremos los brazos, y… un buen día…
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