En el uso del lenguaje científico también se detecta el sesgo de género; ejemplo de ello es la amplia aceptación de la palabra hombre utilizada para nombrar a la especie humana en su totalidad.
Los investigadores consideraron a las mujeres como simples participantes pasivas en el cambio evolutivo, y se limitaron a relegarles el papel de parir, alimentar y cuidar a sus crías.
Ni las pruebas científicas de índole anatómico, como la morfología de la dentadura o la corpulencia física, ni las de carácter cultural, alusivas a la posesión de armas arrojadizas eficaces, apoyan la existencia en un lejano pasado de esos poderosos cazadores varones.
Las cacerías en las hombres prehistóricos provistos de rudimentarias herramientas abatían enormes bestias probablemente nunca ocurrieron en la realidad.
Si las mujeres se hubiesen quedado pasivamente esperando a que los cazadores les trajesen comida, sus crías se hubiesen muerto de hambre.
Hay una gran desconexión entre lo que se ha demostrado científicamente y lo que la mayoría de la gente cree.
Estudiando la placa dental conservada en los dientes fósiles permitió constatar la inclusión de vegetales en la dieta, además de plantas medicinales como aquilea o camomila.
Durante el Paleolítico Medio (300 000-40 000 años), la dieta humana incluía animales de pequeño tamaño (roedores, gatos salvajes y conejos) más que mamuts y tigres dientes de sable.
Los asentamientos se producían en la cercanía de ríos y mar para poder nutrirse de pescado y moluscos.
En la actualidad apenas quedan argumentos científicos para poder sostener la teoría de que los homininos del pasado se alimentaban exclusivamente de grandes mamíferos terrestres.
Las tareas más significativas siempre se adjudicaron a los hombres, siendo las mujeres unos sujetos pasivos de la historia ya que a la mujer siempre se le presupuso escasa fuerza y reducida creatividad.
Margaret Conkey y Janet Spector fueron las primeras en denunciar un paradigma científico sesgado hacia lo masculino. En este influyente estudio las autoras esgrimieron el concepto de género.
Los trabajos de la piedra y la caza se atribuyeron en exclusiva al hombre, cuando no hay razón biológica para hacerlo, por lo que todas son elucubraciones nacidas desde postulados socioculturales cargados de prejuicios.
Entre los homininos recolectar productos de origen vegetal o conseguir carne eran actividades que tenían igual valor para el grupo, y por tanto, todos gozaban del mismo estatus.
“El feminismo será necesario hasta que la igualdad pueda ocupar su lugar”.-Amelia Valcárcel
La creación artística antigua cuenta con una gran cantidad de figuras femeninas.
Aristóteles consideraba al sexo femenino biológicamente inferior e incompleto debido a su carencia de pene.
Hace unos 35 000 años las mujeres podrían haber ostentado un papel importante en las sociedades de su tiempo, esto explicaría por qué las estatuillas femeninas son tan numerosas y por qué enfatizan tan claramente las diferencias entre los cuerpos masculinos y femeninos.
“Las mujeres solo queremos la mitad del mundo que nos corresponde.” -Carmina Virgili.
Richard Lee, en su célebre libro “El hombre cazador” (1968), señala que “las cacerías llevadas a cabo por los machos usualmente tienen un significado menor para la subsistencia que la búsqueda de alimentos procedentes de plantas silvestres realizada por las hembras”.
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