El trabajo en pro del bien común es el fin más noble de la vida personal.
“Entre los animales que se aparean, se llama virgen a la hembra que no se ha apareado” -contestó; “Ya veo. ¿Y también se dice del macho? ¿O para él hay un nombre distinto?” -nos preguntaron ellas.
Les hablamos de la resurrección de la carne y nos preguntaron si nuestro Dios no era capaz de resucitar a la gente de sus cenizas igual que lo hacía de una larga putrefacción.
Los pocos niños nacidos murieron.
Los encantos femeninos de los que estamos tan orgullosos no son femeninos en absoluto, sino mera masculinidad refleja para complacernos.
“Sin la competición no habría estímulo para la industria” -dijo Terry-. “¿Acaso no les gusta trabajar? -Preguntaron-. “Ningún hombre trabajaría si pudiera evitarlo” -declaró Terry-. “No es así entre nosotras” -nos explicaron gentilmente- “nosotras trabajamos por el bien de nuestra sociedad”.
Las niñas de este país son el centro y el foco de todos nuestros pensamientos.
“Afirmo que son las mujeres y no los hombres son quienes verdaderamente cooperan de modo natural.”
Eran madres, pero no de manera involuntaria, obligadas a llenar y volver a llenar el país para ver luego cómo sus hijos sufren, pecan y mueren luchando espantosamente unos contra otros, sino en el sentido de hacedoras conscientes de gente.
Un amor de madre que dominaba la sociedad.
La educación es nuestra arte suprema, solo permitida a nuestras artistas más grandes.
El patriotismo es en gran medida orgullo y en mayor medida aún, belicosidad. El patriotismo es resentimiento.
Toda la dedicación y devoción que nuestras madres ponen en sus familias privadas estas mujeres las ponían en su país y su raza.
Toda la lealtad que los hombres esperan de sus esposas se lo daban, no a un hombre concreto, sino colectivamente unas a otras.
Para estas mujeres cuyo marco mental era colectivo, las limitaciones de una vida completamente personal eran inconcebibles.
“Carecen de modestia” -replicó Terry- “no son pacientes ni sumisas. Carecen de sometimiento, que es el mayor encanto de una mujer”.
No tenían naciones guerreando entre sí, ni aristocracia con sus ambiciones, ni riqueza ni oposición de los pobres.
Los niños crecían en un mundo abierto y amistoso.
La mente es algo que hay que usar y disfrutar. Ponemos nuestro esfuerzo en satisfacer ese apetito natural de un joven cerebro.
Cuando uno se dedica exclusivamente a un tipo de trabajo, las partes del cerebro no afectadas por él tienden a atrofiarse.
Utilizaban una educacion para la ciudadanía.
Construían el futuro, y no necesitaban del masculino espíritu de empresa.
No queremos la inmortalidad. Queremos que mi hija y las hijas de mi hija sigan, y así será. ¿Por qué debería ser yo la que siga?
Nuestra tradición vincula la mujer al hombre.
“Cuando nos ven, solo piensan en la paternidad, nos ven como objetos que usar.” -dijo Terry.
No quieren que trabajemos (las mujeres) porque eso nos hace menos femeninas.
Para Terry las mujeres eran una presa, algo que perseguir, atrapar y conquistar.
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