martes, 11 de agosto de 2020

El estrangulador (Manuel Vázquez Montalban, 1994)



Genialidad. Unas frases: 
-    Alguno seres llevan el suicidio dentro y lo disfrazan de agresividad contra los otros.
-    Yo les llamo “misólogos”, en el sentido socrático del término, tal como aparece en el Fedón de Platón, es decir, “el que odia la razón”.
-    Las mujeres, cuando dejan de ser adolescentes, siempre pueden mirar por encima del hombro al animal que cree poseerlas.
-    De cintura para abajo, Marx siempre fue un un consecuente y ejemplar filisteo victoriano.
-    Más allá del Bósforo están los universos, la cortina del tiempo entre el olvido y deseo, más nunca se atraviesa el espejo de la propia memoria.
-    Miseria sexual de las vanguardias revolucionarias del 68.
-    “Qué bonito, qué bonito” decía mi madre, alejada de la mejor poesía culta por culpa de la división del trabajo manipulada por el capitalismo.
-    Aquel viaje lo recuerdo en afgacolor, un sistema de coloración fílmica alemana, pálido, tuberculosos, de postguerra, en un país en reconstrucción que aún no puede tener colores definitivos y recurre a colores provisionales.
-    Desde el punto de vista de las democracias participativas, evitar que la mayoría sea silenciosa o silenciada sigue siendo uno de los objetivos más importantes de la historia desde una perspectiva democrática.
-    ¿Acaso no maté a la profesora de francés como consecuencia de una pulsión de muerte derivada de la lucha de clases?
-    Todo lo vivo está amenazado por el hombre, y el hombre a su vez es el ser vivo más amenazado por el hombre.
-    Si el proletariado ocupa el poder no necesita clases, partidos ni estado.
-    Cuesta mucho salir del círculo cerrado del poder inútil aunque sea absoluto, y del poder absoluto aunque sea inútil.
-    Desde que no pueden ser anticomunistas han descubierto que no son nada.
-    Solo en la sociedad comunista es posible y se activa una democracia realmente completa. Solo entonces la democracia empieza a extinguirse, por la simple razón de que los liberados de la esclavitud capitalista, de los innumerables errores, barbaries, absurdos, ignominias de la explotación capitalista, los hombres se acostumbrarán poco a poco a observar las reglas elementales de la convivencia social, conocidas por todos desde hace siglos, repetidas desde hace milenios en todos los preceptos, a observarlas sin violencia, sin constricción, sin sumisión y sin aquel aparato especial de constricción que se llama Estado.

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