El fundador
The Founder (John Lee Hancock, 2016. EEUU)
Cueste lo que cueste, quiero
ser millonario
(la crítica contiene
spoilers)
El plano final de la película, cuando vemos a Ray Kroc (superlativo Michael Keaton) ante el espejo, su
mirada de extrañeza, o incluso de temor, ante lo que ve, y ese desenfoque de su
persona mientras se aleja a dar su discurso triunfal, definen perfectamente lo
que nos ha querido contar la película: la
destrucción del Ray Kroc ser humano como consecuencia del –o como necesidad para-
nacimiento del Ray Kroc mito.
El fundador
–nombre con el que Ray Kroc se denomina a sí mismo y a su posición en la
corporación McDonalds- nos cuenta la
verdadera historia de la creación y posterior desarrollo de la mítica marca
estadounidense de restaurantes de comida rápida. Y digo la verdadera,
porque los entresijos de cómo la empresa con nombre McDonals acabó en manos de
un tipo llamado Ray Kroc, no era muy conocida. Por supuesto, porque su
“fundador” se ocupó muy mucho de que así fuera.
¿Por qué? Se
preguntarán ustedes, pues porque Ray
Kroc no fue el fundador, ni tuvo la idea inicial, es más, ni siquiera la copió.
La robocompró, si me permitís el
término.
Ray Kroc quedó
impresionado por la velocidad del sistema de cocina y servicio de la
hamburguesería que los hermanos Richard y Maurice McDonald (Nick Offerman y John Carroll Lynch) tenían
en San Bernardino (California), y que, inocentemente, le mostraron con todo lujo de detalles. Y no solo con eso,
también con el diseño de los restaurantes –con los míticos arcos dorados-, y
con el nombre. De hecho, esa fue la razón por la que Kroc no les copió la idea:
quería el nombre y los arcos dorados. No
valía con copiar, había que quitar. Y así les propuso a los hermanos formar
parte de su negocio, y extender franquicias por todo el país. Estos no querían
hacerlo, pues solo deseaban seguir con su pequeño restaurante, que les iba muy
bien, pero Kroc acabó convenciéndolos, y
hábilmente se fue posicionando hasta que logró arrebatarles la propiedad a los
hermanos. En un engaño final, Kroc les compró la compañía por 2,7 millones
de dólares más el 1% de los beneficios. Kroc pagó los 2,7 millones, pero nunca
firmó lo del 1%. Los hermanos tuvieron que renegar del nombre de su restaurante
–otra cláusula que hábilmente escondió Kroc en el contrato-, lo que finalmente
los hizo quebrar, y nunca vieron ni un
céntimo de los enormes beneficios que daría la compañía de Kroc. Fin de la
historia.
En la mente de
Kroc hay solo una cosa: dinero. Y
para conseguirlo pasaría por encima de quien hiciera falta. Y así lo hizo. Toda
la primera mitad de la película vemos a Kroc como un trabajador incansable,
perseverante en su idea de conseguir el éxito en el mundo de los negocios, con
olfato, con vista… un gran emprendedor, un gran jefe y un gran profesional. Ídolo
americano. Pero, sin embargo, la segunda
mitad de la película es utilizada para mostrarnos al verdadero Kroc. Principalmente
hay dos frases que lo definen como un libro abierto; la primera, cuando le dice
a Maurice McDonald: “si mi competidor se estuviese ahogando,
me acercaría y le metería una manguera en la boca”. Y la segunda, cuando le
pide el divorcio a su mujer, que estuvo aguantando todos sus desvaríos sobre
posibles negocios, que lo apoyó incluso en las más delirantes ideas, que soportó
todos sus desmanes y rabietas sociales: cenando zanahorias, sin hablar durante
toda la comida, esa es la única frase que pronuncia…
A Kroc todo le da
igual: las personas, los amigos, la enfermedad, el amor… solo le importa el dinero, el poder, el ser el dueño de un imperio, y
comportarse como tal. Como persona no es ningún modelo, pero, sin embargo,
es uno de los representantes del sueño americano...
Kroc murió con una fortuna de 500
millones. Los hermanos McDonald con 1,5. Kroc sería recordado y admirado por los
estadounidenses: empresario de éxito, trabajador, perseverante… el sueño
americano realizado. Los hermanos McDonald fueron borrados de la historia y
tachados de cobardes, conservadores, y miopes, por no ver las posibilidades de
su negocio.
Yo sin embargo
veo lo que se ve en la última escena de la película: los hermanos McDonald eran
seres humanos, con empatía, con sentimiento, y con sueños. Los cumplieron, pero no estaban preparados para la economía
deshumanizada que gobernaba y gobierna hoy en día el mundo entero: sin
sentimiento, sin remordimientos, solo con el afán de ganar más y más dinero
aplastando todo lo que haga falta en su camino, personas, ideas, leyes, vidas,
o la naturaleza entera. Esa economía que lo destruye todo a su paso en nombre
del crecimiento y del libre comercio, eso
es lo que representa ese manchón desenfocado en el que se convierte Kroc
mientras se va alejando… los humanos pierden, el monstruo gana.
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